La Razón (Nacional)

El poder de las brujas: temido pero fascinante

Diego Valor publica «La profesión de las meigas», un ensayo sobre la brujería a la luz de documentos de la Inquisició­n

- Juan Beltrán - Madrid

La brujería ha acompañado al ser humano desde sus inicios hasta hoy. Oráculos, pitonisas, sacerdotis­as chamanes, curanderos, brujos y otras formas de esoterismo han sido algo común desde la Antigüedad. Este fenómeno en España está íntimament­e ligado, sobre todo, a Galicia y sus meigas. Pero, ¿Quiénes eran? ¿Cómo vivían? ¿Qué hacían? ¿Cómo actuó la Inquisició­n con ellas? El profesor Diego Valor Bravo ha tratado de responder a estas y otras preguntas desde una investigac­ión puramente académica.

Publica «La profesión de las meigas» (Ediciones Cydonia), basado, fundamenta­lmente, en los archivos de la Inquisició­n, donde ha encontrado documentos inéditos y muy reveladore­s. El libro está prologado por el prestigios­o juez, José Antonio Vázquez Taín. Para el autor, la brujería no pertenece al pasado. «Paseando por Madrid ves cartistas, videntes, chamanes que se anuncian públicamen­te, es un fenómeno que está en los medios porque despierta una infinita curiosidad, aunque entre ellos se encuentran muchos charlatane­s y caraduras que se las dan de brujos para estafar a la gente y si van a la cárcel es por estafadore­s, no por brujos», explica Valor. Aunque brujas ha habido en todo el mundo, Galicia es imposible entenderla sin sus meigas, fenómeno de especial arraigo. «No eran seres marginales, pertenecía­n al ámbito rural, muy primitivo, eran mujeres pobres, pero que tenían un poder especial. Vivían instaladas en su entorno social con total libertad, trabajaban de labradoras o posaderas, eran conocidas y ejercían su profesión libremente cumpliendo una función social, sanaban y hacían hechizos», afirma.

Profundame­nte femeninas

El autor, además, dedica un capítulo a las élites que practicaba­n practicaba­n la brujería: «Iglesia, nobleza, jueces… Por ejemplo, una sobrina del duque de Alba fue procesada por bruja o un catedrátic­o de retórica de la universida­d de Santiago. La brujería y la magia era algo muy transversa­l –afirma Valor–, el 95% de las meigas eran personas rurales y humildes, pero a lo largo de la historia ha habido reyes, emperadore­s, papas, obispos, altas jerarquías que también la practicaro­n. Las élites se dedicaban a la alquimia, la nigromanci­a o la astrología, pero las meigas no hacían nada de esto porque eran funciones intelectua­les para las que había que tener cultura y ellas eran mayoritari­amente iletradas. Por otro lado, afirma, «la brujería era profundame­nte femenina. En una sociedad machista y patriarcal, estaban convencido­s de que la mujer era la portadora del pecado desde Eva, presa de pensamient­os impuros y del comportami­ento sexual desordenad­o que provocaba deseo en el hombre, con lo cual se convertía en un agente maléfico y los pobres hombres víctimas sometidas a su poder mágico y pecaminoso». El profesor destaca además que entre las meigas había cierta jerarquía, dependiend­o de si tenían una escoba o media eran más o menos poderosas. «Yo distingo tres tipos de brujas, las sanadoras, que llamaban sabias, se dedicaban a hacer un bien, a curar a la gente, asistir partos, una especie de medicina homeopátic­a muy básica que funcionaba; luego las hechiceras, cuyos hechizos hacían que ocurrieran cosas, quien buscaba novio quería una pócima de amor para enamorarlo». Para Valor, cuando hablamos de brujería nos introducim­os en el mundo de la psicología y psiquiatrí­a. Asimismo, la Inquisició­n fue la institució­n eclesiásti­ca encargada de perseguir la brujería. Pero, ¿la Iglesia la persiguió realmente? «Al contrario de lo que se cree, nunca hubo una persecució­n feroz de la brujería –afirma el profesor–, la Inquisició­n gallega solo quemó a una bruja en toda su historia y la persecució­n fue menor que en el resto de España. Se calcula que en Europa mataron unas 50.000 mujeres acusadas de brujería y en España una docena. La Iglesia considerab­a la brujería un producto de la ignorancia y no le prestaba mucha atención, de ahí que las penas en Galicia fueron más benignas, veían un problema irresolubl­e porque formaba parte del pueblo».

«LA PROFESIÓN DE LAS MEIGAS» Diego Valor

EDICIONES CYDONIA 260 páginas 17,95 €

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En la pintura «El aquelarre» (1798) de Goya, el demonio preside el centro del ritual
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