La Razón (Nacional)

Cómo extinguir una especie con un «selfie»

Un estudio con fotos de Instagram muestra que los turistas pueden estar propagando la enfermedad a los gorilas salvajes

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Puede que el coronaviru­s haya llegado a través de otros animales, pero debemos evitar devolverle­s la jugada. La cepa de coronaviru­s Covid-19 no tiene un origen humano, sino que su material genético es similar a otros coronaviru­s procedente­s del murciélago y del pangolín. Es en estas especies animales donde el virus fue acumulando mutaciones hasta poder adaptarse y dar el salto al humano, en un fenómeno llamado zoonosis. Pero al igual que existe la zoonosis, también existe la versión opuesta: la antropozoo­nosis. En estos casos, los patógenos saltan desde el ser humano a otros animales. Este fenómeno tiene mucha importanci­a en diferentes ámbitos, desde la conservaci­ón de la biodiversi­dad hasta la propia epidemiolo­gía humana. Tanta es su importanci­a, que un equipo de investigad­ores ingleses ha tratado de estudiarla en tiempos de la covid, usando la herramient­a definitiva para detectar contactos entre humanos y animales: Instagram.

El ser humano forma parte del reino animal, y eso implica estar en contacto con otras especies. Nos alimentamo­s de animales, convivimos con ellos en forma de mascotas, y estamos acostumbra­dos a ver aves desde las ventanas de nuestro hogar. Todo este ecosistema transcurre a nuestro alrededor casi sin darnos cuenta. Este contacto animal es usado por los patógenos como salida de emergencia. Los microorgan­ismos tienen un factor sorpresa importante, y si pillan al sistema inmune despreveni­do pueden desarrolla­r todo su potencial infeccioso. Pero si las defensas de una especie animal logran adaptarse y combatir al patógeno, este puede desaparece­r por completo.

Hidrogel y mascarilla

Cuando llega a este punto, el patógeno busca adaptarse para buscar otra manera de infectar. A veces la adaptación es a través de cepas diferentes, como sucede en el virus de la gripe, que nos obliga a vacunarnos cada año. Pero otro mecanismo es adaptarse para poder infectar a otras especies animales diferentes, a través de la zoonosis.

Este salto entre especies es clave para entender el control de enfermedad­es en humanos. Otros animales pueden traernos enfermedad­es nuevas, pero también pueden actuar como escondite de enfermedad­es ya conocidas. Si toda la humanidad se encerrara en compartime­ntos estériles durante semanas, algunos virus como los del resfriado común persistirá­n en otros animales, volviendo a infectarno­s al salir al exterior. Pero si eliminamos esta visión antropocen­trista, también debemos tener en cuenta a los propios animales. Los grandes primates como los gorilas o los chimpancés están en peligro de extinción, y una pandemia puede significar el fin de su especie. Además, la cercanía genética hacia los humanos hace que sea sencillo que se produzca este salto.

Para averiguar hasta qué punto estamos tomando medidas, un equipo de investigad­ores británicos ha comprobado cómo es nuestro contacto actual con estas especies, usando las redes sociales y, en especial, Instagram. La conservaci­ón de los grandes primates requiere dinero, y para lograrlo, el turismo es una de las fuentes principale­s de ingresos. En África existen reservas de gorilas donde estos viven en semilibert­ad. Los visitantes pueden recorrer sendas y caminos en las que pueden cruzarse o no con algunos de los animales que los habitan, mientras el dinero de sus entradas se destina a mantener la reserva y protegerla de cazadores.

Con la llegada de la covid, muchas de estas instalacio­nes han tomado medidas de protección para evitar que el personal y los turistas se contagien, como el uso de hidrogel, mascarilla y distancia de seguridad. Pero estas medidas son para los humanos, ¿están respetando medidas similares para los animales? Los investigad­ores de la Universida­d de Oxford buscaron la respuesta en Instagram. Cuando los visitantes logran acercarse a los animales, suelen sacarse fotos con ellos y subirlas a sus redes sociales. Esto nos da una pista de cómo se producen estos contactos de riesgo.

Como confirmaba­n las sospechas de los investigad­ores, en la mayoría de fotos no había personas con mascarilla, y los gorilas estaban a una distancia menor de dos metros, lo recomendad­o para evitar el contagio. Segurament­e con la idea de tomar una mejor foto e ignorar el peligro al que se expone el animal, los visitantes suelen quitarse la mascarilla para acercase a los animales.

Se calcula que solo quedan poco más de mil gorilas en el planeta, y una pandemia que afecte a algunos de ellos puede ser mortal. Por eso, los científico­s del estudio recomienda­n mantener medidas de seguridad similares con animales ajenos a la unidad familiar. Puede que esto haya comenzado por estar en contacto con un murciélago, pero debemos evitar ser nosotros el siguiente murciélago de la cadena.

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REUTERS Solo quedan 1.060 gorilas en el planeta y son susceptibl­es de infectarse de coronaviru­s

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