La Razón (Nacional)

Tan poderoso como Ronaldo

Mbappé recordó al brasileño y demostró que el fútbol ya no es de Messi y Cristiano

- Domingo García

Fue Ronaldo antes de que existiera Cristiano y «El Fenómeno» después de Fernán-Gómez. El 14 de febrero se cumplieron diez años de la retirada de Ronaldo Luiz Nazario de Lima, el futbolista que asombró al mundo antes y después de romperse la rodilla varias veces. Pero su fútbol volvió a verse en el Camp Nou más de veinte años después de que el estadio azulgrana fuera su casa.

A Kylian Mbappé ya no le hace falta compararse con nadie. Desde hace tiempo es uno de los mejores jugadores de Europa y estrella de la selección campeona del mundo, pero por un momento pareció una reencarnac­ión del Ronaldo primitivo. Mbappé se hizo más grande todavía en terreno de Messi.

En tiempos en que se discute el futuro del argentino, que puede estar en Barcelona o en París, Mbappé pareció levantar la voz para decir que no le hace falta compartir vestuario con Leo. Él solo se encargó de dar la vuelta a un partido que se le había complicado al PSG con el gol de Messi Messi de penalti. En el gol del empate demostró su capacidad para evadirse en los espacios cortos. Dentro del área, y acompañado por la suerte, se fue de Lenglet y de Piqué, que no se atrevió a meter la pierna, para liquidar con tranquilid­ad a Ter Stegen.

En el segundo demostró su dominio de los espacios y de la carrera sin necesidad de exhibir esa potencia en la conducción que lo hace imparable. Nadie en el siglo XXI había conseguido marcar dos goles o más al Barcelona en el Camp Nou en Liga de Campeones.

Pero Mbappé no es un jugador cualquiera. Hace años que se busca un heredero para Messi y Cristiano, alguien que asuma la condición de mejor jugador del mundo cuando ellos dejen de ser lo que son. Ese momento no está lejos, pero el heredero ya está aquí. Devoró a Griezmann en la selección francesa y en la sucesión por el título honorífico de mejor jugador del mundo. Y se exhibió en el Camp Nou ante unas gradas vacías. Sin la presión que suponen los aficionado­s rivales, pero también sin la motivación que acompaña a la presencia de público.

Se puso 1-2 en su marcador particular con Leo, pero no quiso frenarse ahí. Acompañó otro contragolp­e ejemplar del equipo de Pochettino y, de primeras, colocó la pelota en la escuadra, inalcanzab­le para Ter Stegen, tras la asistencia de Draxler.

Sus carreras por la izquierda fueron imparables para Dest, primero, y para Mingueza después. El lateral estadounid­ense regresaba después de una lesión, pero ni en sus mejores condicione­s hubiera podido con ese Mbappé.

Y todavía podía haber sido peor para el Barcelona. Griezmann le pisó sin querer en el área, en una jugada tan ridícula como la que sirvió al Barcelona para adelantars­e. Tan penalti –o no penalti, por decirlo mejor– como el que le habían hecho a Griezmann. Esta vez acertaron en el VAR y Mbappé se quedó con sus tres goles.

El futuro de delantero francés está tan oculto como el de Messi, pero su presente es mucho más feliz. Abandonó el césped con el balón en la mano y una sonrisa en los labios. Bromeando con su compañero Tilo Kehrer camino del vestuario. Consciente de que había hecho uno de esos partidos que marcan la carrera de un futbolista.

En tiempos en que se discute el futuro de Messi, el francés fue al Camp Nou a gritar que no le hace falta al PSG

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EFE Kylian Mbappé celebra uno de los tres tantos que le marcó a Ter Stegen

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