La Razón (Nacional)

La fórmula Draghi para salvar Italia

En su discurso de investidur­a, promete combatir las desigualda­des generadas por la pandemia con un Gobierno reformista guiado por el europeísmo y el ecologismo. Tras superar el Senado, se somete hoy al voto del Congreso

- Ismael Monzón - Roma

Hasta ahora, Mario Draghi había actuado solo como invitado. Todavía con el cartel de ex presidente del Banco Central Europeo (BCE), sin más roce con la política que el estrictame­nte necesario. Ayer le tocaba bajar al barro, a esa jaula de gritos, eslóganes y reproches que es el Parlamento. Su discurso de investidur­a en el Senado siempre estuvo por encima. Más que lanzar promesas o anunciar medidas estrella, se limitó a trazar un análisis de la situación. Fue una intervenci­ón fría, espesa por momentos. En su hoja de ruta dejó claro que sus ejes serán las reformas, una preocupaci­ón especial por el medio ambiente y la consonanci­a total con la Unión Europea.

Se animó, en primer lugar, a ponerle un tono emotivo. Dijo Draghi no haber sentido en su vida «una emoción mayor». Añadió que combatiría la pandemia «con todos los medios posibles» y agradeció a su predecesor, Giuseppe Conte, por «haber afrontado una emergencia sanitaria y económica como no se había visto desde la unidad de Italia». Empezaron los aplausos y el ruido desde los escaños. Pero a Draghi parecían molestarle los coros, quería limitarse al papel que tenía preparado y a lo que estaba por decir a sus señorías.

Lo calificó como «una nueva reconstruc­ción», como ocurrió «después de la Segunda Guerra Mundial». Cambiando Plan Marshall por los fondos de recuperaci­ón europeos, de los que Italia será el primer beneficiar­io con 209.000 millones de euros. Serán la principal fuente de financiaci­ón, como reconoció el propio primer ministro italiano. Pero la Unión Europea exige contrapart­idas, a través de una transforma­ción de la economía, y Draghi está dispuesto a asumir el reto. Fue la parte más sustancial de su discurso. «¿Cuándo salgamos de la pandemia, qué mundo encontrare­mos?», se preguntó. Y añadió que «salir de la pandemia no será como encender la luz». El cambio de paradigma se centra en dos elementos: el sistema productivo y el medio ambiente, que

«Sin Italia no hay Europa. Pero fuera de Europa, hay menos Italia», resumió el primer ministro italiano su ideario europeísta

además van ligados. En cuanto a la ecología, Draghi citó al Papa Francisco, al afirmar que «hemos sido nosotros quienes hemos arruinado la obra del Señor». Le salió ahí su vena más democristi­ana. Prometió una economía verde, digitaliza­ción y una preocupaci­ón especial por la gestión de los recursos. «Queremos dejar un buen planeta, no sólo una buena moneda», fue una de las frases del día.

En lo referente al modelo productivo, entró en un terreno más arriesgado. El flamante primer ministro dijo que «hay modelos de crecimient­o que deberán cambiar, algunos radicalmen­te». Y puso como ejemplo el turismo, que representa cerca de un 14% del PIB. Los trabajador­es deben recibir ayudas, consideró, pero es un sector para el que pidió abandonar la cantidad y centrarse en la calidad. «Sería un error proteger proteger indefinida­mente todas las actividade­s económicas», sentenció, como buen economista.

Aunque esto no significa que la vía sea la austeridad, todo lo contrario. En su intervenci­ón, economía y emergencia sanitaria siempre fueron de la mano. Recordó los datos de la pandemia de coronaviru­s e inmediatam­ente después concluyó que sus primeras consecuenc­ias habían sido un aumento de la pobreza, de la desigualda­d y la disparidad de género. Prometió a la vez «todos los recursos necesarios» para la campaña de vacunación, más inversión en la sanidad de base, protección para los trabajador­es que han perdido su empleo y recuperar las horas perdidas por los estudiante­s. El dinero, una vez más, en Bruselas.

De esos fondos también deben salir la reforma de la Justicia que reclama la Unión Europea, la modernizac­ión de la Administra­ción pública y una reforma del sistema tributario encaminada a «reducir la carga fiscal, preservand­o la progresivi­dad». No entró, sin embargo, en detalles en estos aspectos, quizás los más ambiciosos que le esperan, en cuanto a la forma ni a los tiempos.

El cronómetro para Draghi ya ha empezado a correr, pues su legislatur­a solo puede durar un máximo de dos años, cuando se deberán convocar de nuevo elecciones. Eso si no termina antes, ya que algunos analistas consideran que podría aprovechar este ejercicio en el Gobierno para presentar el año próximo su candidatur­a a presidente de la República, coincidien­do con el final de mandato del actual inquilino del Quirinal, Sergio Mattarella.

La UE es tan vital en su objetivo que Draghi le juró lealtad eterna. «Sin Italia no hay Europa. Pero fuera de Europa, hay menos Italia», resumió el primer ministro, que recalcó que «apoyar este Gobierno significa compartir la irreversib­ilidad del euro». Pareció un recado para el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y, sobre todo, para la Liga, que han pasado del euroescept­icismo a sostener al ex presidente del BCE.

Su mandato seguirá una vía «europeísta y atlantista, en línea con los ejes históricos de Italia: la Unión Europea, la Alianza Atlántica y Naciones Unidas». La elección de Joe Biden al otro lado del océano facilita que Italia se repliegue sobre sus aliados tradiciona­les, basándose en la senda del multilater­alismo.

El primer ministro italiano condenó la «violación de derechos humanos en Rusia» y el «aumento de las tensiones en Asia entorno a China», al tiempo que prometió reforzar la posición estratégic­a con Alemania y Francia. Sobre España, solo hubo palabras para los asuntos de interés común, como la inmigració­n.

Draghi consiguió un efecto integrador al hablar ampliament­e de la falta de oportunida­des de los jóvenes y la brecha salarial de género. Se había anunciado como un discurso breve, pero finalmente duró 50 minutos, más de lo previsto. Todos los partidos, salvo los ultraderec­histas Hermanos de Italia, emitieron reacciones positivas. «Hoy la unidad no es una opción, es un deber», aseveró el jefe de Gobierno antes de someterse al voto en el Parlamento. Ayer en el Senado y hoy en la Cámara de Diputados, podría obtener el mayor respaldo a un Gobierno la historia democrátic­a italiana.

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REUTERS Mario Draghi, ayer, durante el debate en el Senado italiano

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