La Razón (Nacional)

Violencia callejera

- Marta Robles

Las calles, de pronto, se han vuelto lugares realmente inhóspitos, donde acecha la violencia más extrema, donde los enfrentami­entos entre los ciudadanos y una Policía que no es la de Estados Unidos, sino la nuestra, a nuestro servicio y dedicada a protegerno­s, se encuentran a la orden del día. Y todo esto, en nombre de la libertad de expresión en una democracia plena, como la que disfrutamo­s desde hace tantos años. No me fastidien. Hombre, no.

La violencia, en cualquiera de sus formas y registros, es inadmisibl­e en una democracia. Hay otras vías. Y algunos, entre los que se encuentran destacados responsabl­es de Podemos como Pablo Echenique, la amparan y la celebran….

Si Echenique no quiere formar parte de la democracia ni su partido se acostumbra a lo que es formar parte de un Gobierno demócrata, que se vuelvan a protestar desde las calles. Y sin violencia. Porque la violencia es un delito en un país demócrata como el nuestro. Para respaldar que ninguna manifestac­ión crítica dentro de la creación, por torpe que sea, conlleve cárcel –una demanda con la que estoy de acuerdo, por cierto– no hay que quemar contenedor­es ni pegarse con la Policía ni poner a la sociedad en riesgo, sino utilizar las vías legales y conseguir que si la manifestac­ión, por ofensiva, ha de tener un castigo, sea civil y no penal.

¿Cómo es posible que esta vez desde Podemos se pueda alentar a la violencia callejera, máxime cuando Pablo Iglesias, desde dentro del Gobierno, parece querer abogar por el control de los medios de comunicaci­ón?

El vicepresid­ente se jacta del respaldo de los ciudadanos (los medios revalidamo­s tal respaldo cada día), que está avalado por sistema… ¿Sabe que la violencia callejera que aplaude su partido atenta contra él?

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