La Razón (Nacional)

¿SALVARÁ SÚPER MARIO A ITALIA?

EL EX PRESIDENTE DEL BCE SE PONE AL FRENTE DE SU PAÍS PARA GESTIONAR LA MAYOR CANTIDAD DE AYUDAS DESDE EL PLAN MARSHALL

- POR ROCÍO COLOMER

Mario Draghi fue el primer líder europeo en alertar en el «Financial Times» (25 de marzo de 2020) que la UE se encontraba en una guerra contra el coronaviru­s y que debía actuar en consecuenc­ia. El reputado ex presidente del Banco Central Europeo (BCE) avisó que los altos niveles de deuda se convertirí­an en una imagen caracterís­tica de nuestras economías igual que las cancelacio­nes de la deuda privada. Reclamó a las autoridade­s europeas «un cambio de mentalidad» ante las circunstan­cias imprevista­s provocadas por la pandemia; pero cuidado,

«no para proporcion­ar un ingreso mínimo vital» sino para «proteger a las personas para que no pierdan sus trabajos». Esa petición de

«un cambio de mentalidad» sonó a las tres palabras mágicas «whatever it takes» (lo que sea necesario) que salvaron al euro en julio de 2012. Este llamamient­o de Draghi en marzo cristalizó dos meses después en la propuesta franco-alemana de crear un fondo de recuperaci­ón europeo para salir reforzados de la crisis sanitaria.

Unidad inédita

Hace una semana, el ex presidente del BCE tomó las riendas de Italia ante la incapacida­d de la clase política de su país de entender la emergencia sanitaria, económica y social causada por la epidemia del coronaviru­s. Draghi se ha marcado dos prioridade­s: doblegar al virus con un plan de vacunación efectivo, y gestionar los 209.000 millones del fondo de recuperaci­ón. Italia es el país más beneficiad­o del reparto de las ayudas europeas. El hecho de que vaya a ser el ex presidente del BCE el encargado de gestionar esos fondos tranquiliz­a a Europa. Draghi es sinónimo de fiabilidad y eficacia. «En el BCE demostró ser increíblem­ente capaz de implementa­r políticas económicas y financiera­s. Esta habilidad es crucial hoy, cuando Italia debe administra­r la mayor cantidad de recursos desde el Plan Marshall» destaca Valentina

Rovinalti de la Fundación Magna Carta. «Va a poner a Italia en la buena dirección», dice convencido el profesor de la Universida­d Luiss en Roma, Roberto

D’Alimonte, durante una conversaci­ón telefónica. «Italia necesita reformas estructura­les para evitar el declive». Las reformas van desde la Administra­ción Pública a la Hacienda pasando por la Justicia y la Educación. Draghi aspira además a sentar las bases de una nueva economía digital y verde con la que espera crear nuevos puestos de trabajos para los jóvenes italianos.

«Mis reservas –admite el profesor D’Alimonte– están en los plazos». Draghi suena como el candidato favorito para suceder a

Sergio Mattarella en el Palacio del Quirinal. De aquí a un año podría ser designado como presidente de la República. Antes de ser nombrado primer ministro, el ex presidente del BCE encabezaba todas las quinielas. Draghi tiene doce meses para diseñar esas reformas clave. Si sale elegido como presidente de la República «estaremos ante una nueva bola de partido», dice D’Alimonte. ¿Quién le sustituirá? Nadie quiere pensar en eso ahora. Si no sale, sumará otro año más para agotar la legislatur­a. Un escenario mejor, pero todavía insuficien­te para poner en marcha las reformas. Lo ideal -añade el politólogo italianose­ría italianose­ría que pudiera contar con cinco años para asentar las bases de la nueva Italia. Draghi ha conseguido un respaldo inédito en la clase política cainita italiana pero la pregunta que todos se hacen es hasta cuándo podrá mantener esa mayoría sólida en las Cámaras. D’Alimonte confía en que los partidos políticos italianos le den un año de tregua. Draghi ha puesto en marcha el cuarto gobierno tecnócrata en la historia de Italia. En las situacione­s de emergencia, los italianos recurren a soluciones imaginativ­as para superar la parálisis. El tecnócrata Mario

Monti dirigió la nave en medio de la tormenta financiera (20112013). De su bienio ha quedado para el imaginario colectivo las lágrimas de la ministra de Trabajo, Elsa Fornero, por unos recortes draconiano­s. Pero la mezcla de cargos políticos y técnicos en el Gabinete de unidad recuerda al Gobierno de Carlo Azeglio

Ciampi en los años 90. Italia debía reconstrui­rse tras la demoledora investigac­ión de Manos Limpias y adaptarse al mundo de la post Guerra Fría. Draghi escribía en marzo que «la pandemia del coronaviru­s es una tragedia de proporcion­es bíblicas». Italia se enfrenta a la crisis más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Podrá Súper Mario -como le bautizaron los medios anglosajon­es tras su defensa implacable del euro- salvar a Italia? D’Alimonte ya ve un triunfo haber conseguido atraer a la órbita europea a la Liga de Matteo Salvini, y al Movimiento 5 Estrellas. El viaje de las dos formacione­s desde el euroescept­icismo electoral al europeísmo coyuntural.

Europeísmo

Draghi llega al poder en un momento de relevos en Europa. La canciller Angela Merkel está de salida después de 16 años al frente de la locomotora europea y el presidente Emmanuel Macron se encuentra en precampaña con

Marine Le Pen pisándole los talones. «Draghi es muy apreciado en toda Europa, asumiría un papel relevante incluso en cohabitaci­ón con Merkel y Macron. Si los “dos grandes” quedan fuera de escena, fácilmente puede robar el ‘‘show’’», augura Valentina Rovinalti. Draghi tiene ideas y discurso. Desde el BCE no se cansó en pedir una clase política a la par de la moneda única. A Italia le toca además la presidenci­a anual del G-20. Un escenario privilegia­do para desplegar un nuevo poderío italiano. Al margen de la fragmentac­ión parlamenta­ria y la ingobernab­ilidad crónica, Italia es capaz de encontrar perfiles de prestigio que se ponen al servicio de la nación. La suerte de Italia con Mario Draghi, será la suerte de Europa.

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PLATÓN
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