La Razón (Nacional)

«Llevo sin salir un año, ahora estoy preparada»

- POR E. GENILLO

Francisca Redondo lleva cuatro años viviendo en la residencia Orpea de Aravaca, en Madrid, y el último se lo ha pasado encerrada. La pandemia del coronaviru­s obligó a cerrar las puertas de estos centros en febrero de 2019 y tanto sus usuarios como los trabajador­es han hecho gala de una paciencia estoica. Pese a que las residencia­s fueron las primeras en replegarse han sido las más azotadas por la pandemia. Según estimacion­es del Ministerio de Sanidad, han muerto 31.500 personas en estos centros. Suponen el 47% de los fallecidos totales. Muchos de ellos lo hicieron solos. El personal estaba totalmente sobrepasad­o, sin recursos para la adecuada atención de los mayores, hasta el punto que fue necesaria la intervenci­ón del ejército en algunas residencia­s. La dramática situación que han vivido sus usuarios este último año ha hecho mella no solo en su estado físico y cognitivo. También en el de ánimo. «Desde mi habitación veía a la funeraria llevarse a los muertos, ha sido muy duro», rememora Francisca. Pero esta mujer de 84 años, maestra de profesión y enfermera de vocación, prefiere mirar hacia delante. Como el resto de sus compañeros, ya ha sido vacunada con las dos dosis y «estoy ansiosa por salir, lo primero que voy a hacer es ir a un resturante a comerme unos huevos con patatas fritas».

En la residencia Orpea de Aravaca se inició el proceso de vacunación a sus 190 usuarios y a la plantilla el 4 de enero. Un mes después, todos habían recibido ya la segunda dosis. El último positivo de covid fue el 4 de noviembre y, desde entonces, no han tenido más contagios. Pese a que la vacuna parece que está surtiendo su efecto, las medidas todavía no se han relajado. La directora de Orpea Aravaca, María Cidón, está esperando la nueva normativa de la Comunidad de Madrid para aliviar las restriccio­nes. «Estamos a la expectativ­a, pero no creo que tarde mucho», apunta. De momento, solo se permite salir una hora a la semana a aquellos mayores que pasaron la covid y que dieron anticuerpo­s en la última serología, hecha en diciembre. La directora del centro advierte que «el hecho de estar vacunados no nos da licencia para todo. No es el milagro, podemos seguir siendo portadores y contagiar, hay que ser prudentes». Por eso, prefiere esperar a las recomendac­iones de Salud Pública para regular las salidas de los usuarios y las visitas y contactos con los familiares.

Francisca está «deseando salir y, sobre todo, abrazar a los míos». No ha podido despedirse de dos hermanos que murieron durante la pandemia.Y, pese a la tristeza, prefiere ver el lado bueno de la vida. «Estaba ansiosa por ponerme la vacuna, de la lata que dí me la pusieron el primer día, tengo confianza en que vamos a salir de esto y de que voy a poder divertirme el poco tiempo que me quede». «Y tomar el sol y que lo tome mi compañera, que yo soy blanca, pero ella está verde», comenta entre risas.

Orpea Aravaca sigue recibiendo nuevos usuarios. Antes de entrar deben contar con una PCR negativa y cumplir con las medidas de higiene y seguridad que siguen estando vigentes en la residencia, «necesarias aunque todos están vacunados», dice Cidón. A los nuevos residentes también se les pinchará el suero de Pfizer o Moderna. Pero para eso tendrán que esperar todavía algunas semanas. «Claro que habrá una segunda repesca para ello, se le comunicará a la Comunidad de Madrid para que nos de fecha», asegura la directora.

La directora de Orpea Aravaca, María Cidón, junto a la residente Francisca Redondo

«Estaba ansiosa de ponerme la vacuna, de la lata que dí me la pusieron el primer día. Así podré divertirme un poco»

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JESÚS G. FERIA

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