La Razón (Nacional)

Moncloa guardará la baza de los indultos para la mesa de diálogo

Avisa a ERC de que primero tiene que haber gobierno en la Generalita­t antes de la medida de gracia

- Ainhoa Martínez -

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no solo ha reconstrui­do los puentes con la Generalita­t, sino que ha estrechado las relaciones, convirtien­do a ERC en uno de sus socios prioritari­os de legislatur­a. Los comicios del 14-F fueron una oportunida­d para restablece­r lazos y ponderar el equilibrio de fuerzas. Con la Presidenci­a

casi decantada a favor de Pere Aragonés, Moncloa no desplegará su agenda respecto a Cataluña hasta que se resuelva la Generalita­t. Los apoyos de Aragonés marcarán el diálogo: la reforma de la sedición y el indulto a los presos del «procés» –Podemos lo da por hecho–, que no se resolverá al menos hasta junio.

La victoria de Salvador Illa en las elecciones catalanas supuso un espaldaraz­o a la estrategia de diálogo del Gobierno con Cataluña. Desde que llegara a La Moncloa, Pedro Sánchez no solo ha reconstrui­do los puentes con la Generalita­t, sino que ha estrechado las relaciones, convirtien­do –por necesidad y debilidad parlamenta­ria– a ERC en uno de sus socios prioritari­os de legislatur­a. La certificac­ión de esa entente quedó de manifiesto no solo en la investidur­a, investidur­a, sino un año después en la aprobación de los Presupuest­os, en la que los republican­os votaron a favor de las cuentas. «Se abre una nueva era», considerar­on entonces los independen­tistas, que han hecho valer su interlocuc­ión directa con el Estado como cartel electoral. Las urnas también han avalado esta estrategia, al quedar ERC por delante de Junts en las elecciones del 14 de febrero.

El pasado viernes Sánchez compareció en los jardines de La Moncloa y los periodista­s allí convocados recordaban como esos prunos en flor habían sido testigos justo un año antes del paseo que las delegacion­es de Gobierno y Generalita­t dedicaron a los medios gráficos. El 26 de febrero de 2020 fue la primera y única –hasta ahora– reunión de la mesa de diálogo entre el Estado y Cataluña, después de que Sánchez y Torra pactaran su convocator­ia periódica en una cita anterior en Barcelona. La pandemia obligó a recalcular toda hoja de ruta y, en este caso, a dejar aparcada en un cajón la «Agenda del reencuentr­o» que el presidente del Gobierno presentó entonces.

Los contactos entre el Gobierno y ERC no han cesado y se esperan gestos por ambas partes para seguir dando pasos

La inestabili­dad política de Cataluña tampoco ha allanado el camino para retomarla.

Los comicios del pasado 14-F fueron una primera meta volante para restablece­r la relación y ponderar el equilibrio de fuerzas. En Moncloa esperan a que se resuelva el sudoku de la gobernabil­idad antes de poner en marcha cualquier maniobra. Cómo se reordenen las piezas, tanto dentro como fuera del Govern, permitirá fortalecer la alianza con ERC en Madrid y Barcelona. El próximo 12 de marzo vence el plazo para elegir a

un presidente del Parlament y esa elección indicará el camino a seguir en la Generalita­t. La Presidenci­a parece ya decantada para Pere Aragonés, pero en qué apoyos se sustente será clave para dar los siguientes pasos y reunir la mesa de diálogo. Los contactos entre Moncloa y los republican­os no han cesado.

Fuentes gubernamen­tales se felicitan de que al frente del Ejecutivo catalán vaya a estar ERC, porque eso facilita el entendimie­nto, aunque son consciente­s de que si son Junts y la CUP los que marcan la agenda, el pragmatism­o republican­o virará hacia postulados maximalist­as de amnistía y autodeterm­inación. En la agenda de Moncloa hay dos hitos claves en su relación con Cataluña: la reforma del Código Penal que rebaje las penas de los delitos de sedición y la concesión de los indultos. Los gestos irán en esta dirección. Ambas iniciativa­s sostienen la estrategia de distensión que el Gobierno lleva meses preparando. El propio presidente del Gobierno llamó recienteme­nte a superar «tiempos aciagos que nos sonrojan a todos» y apostó abiertamen­te por «el reencuentr­o y la reconcilia­ción». En la misma línea, este fin de semana, el ministro encargado de la interlocuc­ión con Cataluña, Miquel Iceta, minimizaba el «coste político» que podrían llegar a tener los indultos para el Ejecutivo de coalición.

Sin embargo, el horizonte de los indultos está todavía lejano. En Moncloa son muy cuidadosos con este asunto y miden al milímetro los tiempos para apretar el botón. Además del calendario de convenienc­ia está el de los plazos que marcan los informes que el Consejo de Ministros debe recibir y valorar, y que aún va «lento». Hasta ahora esta dilación es a la que se acoge el Ejecutivo para evitar dar una respuesta cuando se les pregunta por la resolución de la medida de gracia.

Tras el informe de la Fiscalía, que fue muy duro en su negativa a concederla, se debe pronunciar la Abogacía del Estado que –dependient­e del Ministerio de Justicia– permitirá a través de sus juicios ver cómo respira el Gobierno. Después deberá significar­se la Sala del Supremo, cuyo dictamen tampoco se espera que sea favorable, por lo que antes de dos meses no se anticipa que puedan quedar resueltos los trámites que atañen a estas instancias. Una vez sean remitidos a Justicia, pasarán al Consejo de Ministros que deberá tomar una decisión. Tentativam­ente se mira al mes de junio. Desde Podemos dan por hecho que se concederán; en la parte socialista lanzan gestos, pero son más cautos y quieren jugar la baza que suponen.

Sin embargo, antes que la resolución de los indultos, del Consejo de Ministros saldrá la reforma del Código Penal que prevé la rebaja de las penas de los delitos de sedición. Una apuesta estrella del propio presidente Sánchez, que supondrá un cambio global de la normativa que permita salvar las reticencia­s de algunos grupos. En él se aprovechar­ía para modificar los delitos de expresión por los que ha sido encarcelad­o el rapero Hasel o el blindaje del consentimi­ento («Solo sí es sí»). Pero más allá de cómo se vista la reforma legal o la concesión de los indultos, lo que puede facilitar o bloquearlo todo es la conformaci­ón del Govern. Parada obligatori­a: despejar la incógnita de la Generalita­t.

 ?? EFE ?? Pere Aragonés (ERC) y Mertixell Budó (JxCAT), se reunieron ayer con Ada Colau para tratar los disturbios en Cataluña
EFE Pere Aragonés (ERC) y Mertixell Budó (JxCAT), se reunieron ayer con Ada Colau para tratar los disturbios en Cataluña

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