La Razón (Nacional)

Alquileres, Goebbels y Franco

- Jesús Rivasés

P ablo Iglesias, un día sí y otro también, estira la cuerda de la tensión entre los socios del Gobierno, pendiente ahora de una reunión –formal y anunciada– con Pedro Sánchez, algo que no deja ser insólito entre compañeros del Consejo de Ministros. Ayer, su secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, escribía en Twitter, en donde se ventila parte de la política actual, que lo que «el Estado no gaste ahora en ayudas directas a empresas para evitar aumentos de la deuda pública, se lo podría terminar gastando en subsidios por desempleo si quiebran las empresas». Casi al mismo tiempo, Ione Belarra, secretaria de Estado de Agenda 2030, «tuiteaba»: «sabemos que a Calviño no le gusta la regulación de precios del alquiler, pero está en el acuerdo de coalición». Casi nada es casual en política y menos en el centralism­o estalinist­a de Unidas Podemos.

Iglesias y compañía esgrimen que el control de los alquileres figura en el pacto de Gobierno. Es una verdad a medias, la peor mentira, porque ese acuerdo habla de «medidas normativas para poner techo a las subidas abusivas de precios del alquiler en determinad­as zonas». La iniciativa es intervenci­onista y, a la larga, dañina, pero no es el control que exigen en Unidas Podemos cuya insistenci­a de que está firmado por Sánchez e Iglesias recuerda al nazi Joseph Goebbels y la receta que se le atribuye de que «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad». No sería la primera vez que la táctica tiene éxito, pero no por ello la mentira dejaría de serlo. Otra paradoja es que el control de alquileres soñado por Iglesias parecen calcado de la Ley de Viviendas de Renta Limitada, de 1954, y de la Ley de Arrendamie­ntos Urbanos, de 1964, de Franco. Lograron la práctica desaparici­ón del mercado de alquiler. No subían los precios, pero tampoco había viviendas para alquilar, hasta el decreto liberaliza­dor de Boyer en 1985. Ya lo decía Marx, algo que Iglesias debería saber: «La historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa». Ahora, la duda es si la pelea por los alquileres devendrá en tragedia o en farsa.

«El control de alquileres que busca Iglesias evoca las leyes franquista­s de 1954 y 1964»

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