La Razón (Nacional)

La conducta cívica del presidente

- Abel Hernández

P edro Sánchez declara que siente rechazo por las conductas incívicas. Y eso le honra. Lo dice después de enterarse de que el rey Juan Carlos había regulariza­do, lo mismo que deportista­s de élite y otros famosos, sus cuentas con Hacienda. Se entiende que al presidente lo que le parece mal no es la regulariza­ción en sí, sino la comprobaci­ón de que el anterior Jefe de Estado o los administra­dores de su patrimonio no habían declarado en su día algunas donaciones recibidas para sus viajes privados. Esto es lo que ha sacado de quicio al presidente Sánchez y ha hecho que se resienta su sensibilid­ad cívica hasta obligarle a denigrar en público la conducta del viejo rey, al que, por el tono de su reproche, ha perdido el respeto.

Dada la acrisolada conciencia cívica del presidente, hay que descartar que haya dicho esto para congraciar­se con las pulsiones republican­as de los socios de su Gobierno. Mucho menos, a juzgar por su trayectori­a política, más bien opaque ca, por un afán de transparen­cia. Tampoco, dada su pregonada superiorid­ad ética –de él y de la izquierda en general–, hay que achacar este rechazo incontenib­le a la conducta incívica del rey Juan Carlos a un descarado escándalo farisaico, el que conduce, como se sabe, a los nidos de víboras y los sepulcros blanqueado­s.

Dicho todo eso, hay que congratula­rse, como digo, de que Pedro Sánchez confiese que tiene conciencia cívica y siente rechazo por las conductas incívicas. Coincide en esto con otros ciudadanos respetuoso­s y dignos. Pero ayudaría mucho a que este mensaje calara en el pueblo y elevara la confianza de la gente en el poder y en la clase política –ahora, más bien por los suelos– que el presidente predicara con el ejemplo. Sin ir más lejos, actuando con una mayor transparen­cia. Tendrá que reconocer que, por ejemplo, en lo de la pandemia –número de muertos, equipo asesor, contrataci­ones de material…– el Gobierno no ha sido ejemplar. Pero, sobre todo, el presidente Sánchez debería demostrar su repugnanci­a a las conductas incívicas aclarando de una vez lo de su tesis doctoral y rindiendo cuentas estrictas de sus viajes privados en el Falcon y de sus vacaciones con amigos a costa del contribuye­nte. No es mucho pedir. Así tendría autoridad moral para criticar en público el comportami­ento del viejo rey, posiblemen­te el mejor rey de la historia de España.

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