El triste final de un «animal político»
Después de la condena a tres años de cárcel, uno en firme, por el «caso de las escuchas» ¿se puede considerar totalmente arruinada la carrera política de Nicolas Sarkozy?
Con las carreras políticas, nunca deberíamos decir nunca, pero este es un gran golpe para las perspectivas de Sarkozy de hacer un regreso inminente a la primera línea de la política francesa. La pena de prisión privativa de libertad para un ex presidente es un hito legal en Francia (a diferencia de la sentencia condicional dictada en 2011 contra el predecesor de Nicolas Sarkozy en la extinguida UMP y en la presidencia del Hexágono, Jacques Chirac); y aunque Sarkozy apelará el fallo [tiene diez días], el daño causado a su posición pública por estos graves cargos de corrupción y tráfico de influencias será difícil de reparar. La carrera de Sarkozy en la política activa ya parecía haber terminado cuando fue eliminado de las primarias de su partido para la contienda presidencial de 2017. Desde entonces, ha desempeñado un papel influyente como estadista de alto nivel y agente de poder en el centro-derecha francés, incluso asesorando al presidente Emmanuel Macron entre bastidores. Si puede continuar ejerciendo esa misma influencia ahora es cuestionable, aunque es poco probable que sus más fervientes partidarios de la derecha se dejen influir por lo que muchos verán como un juicio con motivaciones políticas.
¿Cómo recordará el ciudadano francés a Sarkozy en el futuro? ¿Le considerará la historia como un líder exitoso?
Sarkozy siempre ha sido una figura divisiva, amada por muchos en la derecha, odiada por muchos en la izquierda. Sus
reformas como presidente (en impuestos, pensiones, derechos de los trabajadores y recortes del sector público), aunque impulsadas en parte por la crisis financiera de 2008 y sus consecuencias en el mundo, le valieron la reputación de ser un presidente para «los ricos». Más dañino aún fue un estilo personal que muchos franceses llegaron a encontrar aborrecible, con un conspicuo gusto por el lujo y un alto nivel de vida que le valió el apodo de «presidente bling-bling». Esta imagen personal negativa fue una de las razones por las que Sarkozy fracasó en su intento de reelección en 2012 y en su intento de regreso como candidato presidencial en 2017. Pero para sus seguidores acérrimos del espectro del centro derecha, Sarkozy sigue siendo una figura providencial, a quien con gusto volverían a ver en el Palacio del Elíseo.
¿Qué posibilidades hay de que no se trate de la primera condena contra el ex presidente francés y de
que reciba otro revés judicial por los casos de «Bygmalion» o de Muamar Gadafi?
Esta es solo una de las varias investigaciones en curso sobre la presunta corrupción que enfrenta Sarkozy. Regresará a los tribunales a finales de este mes acusado de financiación irregular y de haber sobrepasado los límites al gastar masivamente en su campaña presidencial de 2012. Su campaña de 2007 también está siendo investigada por presunta financiación ilegal del entonces dictador libio Muamar Gadafi. Una condena por cargos de corrupción ya es perjudicial; una segunda condena, y posiblemente incluso una tercera, si las pruebas llevan a esa conclusión a los jueces, podría sacudir las bases del apoyo a Sarkozy incluso entre sus más acérrimos partidarios de la derecha francesa.
Para sus seguidores, Sarkozy sigue siendo una figura providencial otra cosa es que sea condenado en los otros dos casos