DIRÁN QUE ES FICCIÓN, PERO DA EN EL CLAVO
DuranteDurante los próximos tres días, la fachada del Círculo de Bellas Artes de Madrid, exhibirá ese impresionante «Viva el Rey», al que, si bien, le faltan los signos de admiración, demuestra que, a veces, es muy difícil distinguir la realidad de la ficción. En este caso, incluso, parece imposible y hasta que no aparezca el próximo cartel –con el Viva el Rey de Zamundia–, algunos podo dremos pasear por la Gran Vía, haciéndonos la ilusión de que, por fin, se hace justicia en este país a nuestro Jefe del Estado, Don Felipe VI, cuya labor en estos momentos tan duros para la nación merece el elogio de las gentes de buena voluntad. No conozco, ni tengo el menor interés en ello, el guión de la película, que supongo secuela de aquella en la que un príncipe africano culminaba el sueño americano, con paso por la hostelería incluido, pero no creo que llegue al dramatismo de nuestra historia real, la de un hijo, heredero del Trono, que llamaantes llamaantes de lo previsto a ocupar el puesto de su padre, se ve obligado a poner en orden su casa, afrontando el dolor personal de quien debe alejar a un padre que, si fue admirable, un ídolo para un niño en aquella noche iniciática del 23F, ha caído en debilidades impropias de su alta responsabilidad, por más que nada de lo que es humano nos debiera ser ajeno. El hijo educado para reinar que, no queda otra, ejerce su papel por encima de todo –padre y hermanas– y al que unos tipos con el colmillo retorcido, sólo expertos en ventear la oportunidad del daño, aún le exigen más. Me reconocerán las posibilidades dramáticas de tal guión. Pero, y se admiten apuestas, esa película tendrá un final feliz.