«Varios fanáticos aún no aceptan mi renuncia»
Benedicto XVI no se arrepiente de su marcha y defiende a su sucesor: «No hay dos Papas»
Ratzinger, de 93 años, mantiene la mente lúcida, pero apenas consigue articular un breve discurso y deja silencios entre frases
Han pasado ya ocho años desde que el 28 de febrero de 2013 Benedicto XVI dejó de ser Papa por voluntad propia. Fue la primera renuncia de un Pontífice en la era moderna, una decisión delicadísima, de la que ahora Joseph Ratzinger no se arrepiente. «Fue una difícil decisión, pero la tomé en plena conciencia y creo que lo hice bien», asegura ahora a «Il Corriere della Sera». El director del periódico italiano y una de sus firmas estrellas acudieron la víspera de la efeméride para encontrarse con el Papa emérito.
Ratzinger afirma rotundo que «el Papa sólo es uno», para zanjar
FRANCISCO NO DESCARTA SEGUIR LOS MISMOS PASOS La decisión de Joseph Ratzinger supuso un antes y un después en la historia de la Iglesia, aunque su sucesor no ha cerrado nunca la puerta a seguir los mismos pasos. Francisco alimentó de nuevo esa hipótesis al asegurar que pasará sus últimos días en el Vaticano, «siendo Papa en ejercicio o emérito». En la conversación con el periodista argentino Nelson Castro, que publicará un libro titulado «La salud de los Papas», Francisco confirmó que no piensa regresar a Argentina. El Pontífice insiste en que se «encuentra muy bien de salud», aunque no le produce temor «en absoluto» la muerte.
una vez más esas teorías que especulan con una dualidad de poder en el Vaticano. No puede catalogarse como una entrevista, más bien como una visita a un señor muy anciano (93 años), que mantiene la mente lúcida, pero que apenas consigue articular un breve discurso. La crónica así lo relata. Los periodistas reconocen que pronuncia las frases con cuentagotas, que deja largos silencios entre una y otra y que en ocasiones tiene que ser su secretario personal, Georg Gänswein, quien lo traduzca.
Sin embargo, Benedicto todavía conserva una idea clara de lo que ocurre a su alrededor. «Algunos amigos un poco fanáticos están todavía un poco cabreados, no han querido aceptar mi decisión», asegura. Hace un par de semanas, Francisco aceptó la renuncia del cardenal guineano Robert Sarah, considerado el líder del grupúsculo crítico con Bergoglio. Como es preceptivo, al cumplir 75 años, Sarah se jubila. Y aunque a veces los altos jerarcas de la Iglesia siguen algunos años en sus funciones, esta vez el Papa argentino no dudó en dar la venia a su retirada.
Los ataques del ala más conservadora han remitido en los últimos tiempos, aunque eso no significa que hayan desaparecido. Según Benedicto XVI, al que este grupo contestatario siempre ha utilizado como referencia moral, «muchos piensan en teorías de la conspiración, hay quién dijo que era culpa del escándalo de Vatileaks, otros del lobby gay, algunos del caso del lefebvriano Richard Williamson…». «No quieren creer en una elección consciente, pero mi conciencia está tranquila», concluye.
El Papa emérito también se refirió a otras cuestiones, tanto de la Iglesia como de la política internacional. Confiesa que sigue con preocupación el viaje de Francisco a Irak, que comienza el viernes y que supondrá la primera visita de la historia de un Pontífice al país árabe. «Por desgracia, llega en un momento muy difícil, que también lo hace muy peligroso: por razones de seguridad y por la Covid. Y luego está la inestable situación iraquí», sostiene.
Sin embargo, Benedicto XVI cree que «es un viaje muy importante» y añade que acompañará a Francisco «con la oración». Ratzinger Ratzinger se mantiene informado a través de su secretario personal, de los colaboradores que acuden a visitarlo y de los periódicos que le llegan cada día y que Gänswein se encarga de transcribirle.
De ahí que tenga palabras para el nuevo primer ministro italiano, Mario Draghi, de quien espera que «sea capaz de resolver la crisis» sanitaria y económica que atraviesa su país. Y también para Joe Biden, al que ve con buenos ojos por su condición de segundo presidente católico después de John Fitzgerald Kennedy.