La Razón (Nacional)

Arruinado y solo: la mala vida de un hombre bueno

- J. S.

Por ironías del destino, Enrique San Francisco interpretó el papel de la muerte en el último trabajo de su vida. No podía imaginarse que sería la propia muerte la que le buscaría a él dos meses y medio más tarde en una UCI del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Se iba de este mundo tan en silencio como vivió. Sus restos mortales eran trasladado­s a la sala 20 del Tanatorio Norte, y a las tres de la tarde de este martes su cuerpo será incinerado en el crematorio de la localidad de Colmenar Viejo.

Presumía de estar «mejor por dentro que por fuera», se quejaba de «no tener trabajo» y esperaba que «acabe pronto esta pandemia para volver a la normalidad». Ni lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá.

Arruinado y solo, refugiado en un modesto hotel entre Pinto y Valdemoro. Era un buen hombre con una mala vida a sus espaldas, marcada por las adicciones a las drogas y el alcohol. Quique había convertido el bote de cerveza en un apéndice de su cuerpo.

La última vez que le entrevisté, hace ya varios años, me confesó que «vivo con mi perro en este coche». Dentro del auto había quitado los asientos de atrás y sobre una sábana blanca dormía su perro, su más fiel compañero de vida. Los problema económicos le llevaron a perder su casa, aquella en la que convivió con su padre durante décadas. Eran uña y carne. La muerte de su progenitor le hundió en una grave depresión de la que nunca se recuperó.

Aun así, desde el hospital donde estaba ingresado, nos llega que no perdió el sentido del humor hasta el final. Una fuente del centro desvela que «estaba muy enfadado porque no le daban el alta, no era consciente de su gravedad. Se mostraba convencido de que volvería en unos meses al teatro». No pudo ser. Quique San Francisco, amigo, descansa en paz.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain