La Razón (Nacional)

Del escándalo de Neymar al de Messi

Bartomeu llegó a la presidenci­a tras la crisis por el fichaje de Ney. Chocó con el argentino y dejó al club en la ruina

- F. Martínez -

Después de la dimisión de Josep Maria Bartomeu parecía que había tocado fondo... Pero no: peor era posible y el ex presidente ha sido detenido como epílogo de un mandato que empezó bien y que se fue deterioran­do hasta lo impensable. Empezó bien en el sentido de que cuando llevaba un año en el cargo el Barça de Luis Enrique conquistó el triplete, la última Champions que ha ganado el equipo de fútbol. El acceso de Bartomeu al trono del Camp Nou fue en realidad por otro escándalo: el del fichaje de Neymar (en el que también estuvo implicado), que llevó a Sandro Rosell a la dimisión dimisión y a él, a la presidenci­a sin pasar por las urnas. Tuvo que hacerlo en el verano de 2015 y arrastrado por el éxito de ese conjunto del tridente formado por Ney, Messi y Luis Suárez triunfó en los comicios sin discusión. Pero si Neymar fue el principio también se puede decir que estuvo en el comienzo del final. La marcha del brasileño al PSG en el verano de 2017 tuvo dimensione­s deportivas y económicas. Era y sigue siendo el mayor traspaso de la historia del fútbol, fue vendido por 222 millones de euros, que se invirtiero­n de forma nefasta: Coutinho, Dembélé... La política deportiva fallaba, los jugadores que llevaron al club a lo máximo se iban haciendo mayores y los relevos de garantías no llegaban, pese a la inversión. Los directores deportivos se han ido sucediendo: Zubizarret­a, Robert Fernández, Pep Segura, Abidal, al que Messi le recrimió en público que insinuará que la plantilla estaba acomodada, y Ramón Planes. El Barça siguió ganando ligas, pero el reflejo de lo que estaba pasando era la Champions, donde fue de mal en peor: lo de Roma primero, se pensó que era un accidente; pero al año siguiente la remontada del Liverpool lo superó y después vino el

2-8 del Bayern Múnich.

La histórica derrota contra el equipo alemán fue la gota que colmó el vaso de un año negro que ya en enero se torció con la salida de Valverde del banquillo cuando iba líder, lo que parte de las estrellas no entendiero­n. Si no se confiaba en él, ¿por qué no despedirlo en junio y empezar el nuevo proyecto y sí a mitad de temporada siendo primeros?

Después, estalló el «Barçagate» que afectó a jugadores como Piqué o Messi, y llegó el covid-19 y desnudó las arcas de un club que vivía al límite principalm­ente por el elevado gasto que tenía en los sueldos de los futbolista­s. Se los tuvieron que bajar porque los ingresos empezaron a descender por la crisis del coronaviru­s. También eso supuso un enfrentami­ento entre la plantilla y el presidente. La enésima. Cada situacion iba encendiend­o a Messi, que en la entrevista con Jordi Évole señaló a Bartomeu: «Me engañó en muchas cosas que prefiero no decir. No soy de sacar a relucir lo que se prometió y no se cumplió, pero puedo decir que fue durante muchos años», admitió el argentino que, eso sí, al hecho de que el club contratara empresas que acabaron difamando a futbolista­s como él o Piqué (el «Barçagate», vaya) no le dio «importanci­a». «importanci­a». «Estaban pasando situacione­s más importante­s», indicó Leo. Durante todo el curso le fue diciendo al presidente que se quería ir y que iba a hacer efectiva la cláusula que le permitía hacerlo gratis, pero le fueron dando largas. La pandemia alteró la temporada y cuando Messi dio el paso de querer marcharse ya era tarde según Bartomeu y a tiempo según el delantero, lo que desembocó en el burofax que supuso un terremoto en el mes de agosto tras una temporada cerrada en blanco, porque antes del desastre de la Champions fue el de la Liga. Messi fue claro: «Me quiero ir». Pero para hacerlo tenía que ir a juicio porque la directiva no cedió. El mejor futbolista en la historia del club se quedó, lo que parecía una victoria del por entonces máximo mandatario...

…Pero terminó dimitiendo para evitar la moción de censura que había contra él, lo que ha dejado al club sin presidente desde finales de octubre hasta el próximo domingo, cuando se celebren las elecciones. No han sido tampoco unos meses cómodos porque la cabeza visible de la junta gestora, Carlos Tusquets, también tuvo un conflicto con Messi al decir que económicam­ente para el club a lo mejor hubiera sido mejor dejar marchar al «10» por una cantidad de dinero, en lugar de gratis, como puede suceder el próximo verano, y además se hubieran ahorrado su sueldo de un año.

Koeman le afeó esas palabras que en el fondo escondían que el club está ahogado. Porque en enero se hicieron públicas las cuentas y el panorama es desolador: la deuda total es de 1.173 millones de euros y a corto plazo, de 730. No hay dinero, por eso no llegaron fichajes como el de Eric Garcia, por muy barato que saliera, mientras que Luis Suárez se iba al Atlético por una cantidad mínima, algo que también molestó a Messi. Los futbolista­s tuvieron que volver a negociar una rebaja de sus contratos y algunos como Piqué o De Jong llegaron a un acuerdo para renovar y alargar los años de vinculació­n a cambio de esa bajada y que se pudiera aliviar la situación actual.

Los brotes verdes que muestra el equipo se vieron cortados en la Champions con el 1-4 del PSG, un golpe de realidad, pero el proyecto de Koeman, que ha congeniado con Messi, con muchos jóvenes, está pendiente de reengancha­rse a la Liga y de una posible remontada en Copa ante el Sevilla que se ve salpicada por las detencione­s de ayer.

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EUROPA PRESS Messi y Piqué, dos futbolista­s que han tenido problemas con Bartomeu

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