La Razón (Nacional)

Un error de Zidane

El entrenador cambió el dibujo tras una gran primera parte del Madrid, la Real se sintió superior y marcó. Después, el francés volvió a rectificar y Vinicius empató el partido

- José Aguado -

Iba todo bien en el Real Madrid contra la Real Sociedad durante el primer tiempo y fue casi todo mal después del descanso, cuando Zidane cambió el dibujo, puso a Casemiro de central, despobló el centro del campo y por ese agujero nació el gol de la Real Sociedad y el ejercicio de superviven­cia del Real Madrid tras ese golpe. Salvó una derrota dolorosa con su estilo tan caracterís­tico: a la carga. Pudo ganar el partido, pudo perderlo y el empate le deja una sensación agridulce.

Zidane, que siempre guarda una sorpresa y cada vez es más intervenci­onista, normalment­e para bien, no acertó al tocar lo que estaba funcionand­o. Quizá previó el cansancio que iba a llegar a sus futbolista­s tras el gran esfuerzo de la primera parte, quizá buscó un poco más de profundida­d. profundida­d. Los hechos son que cuando tuvo que recomponer al equipo para salvar el empate volvió al 4-4-2, con Casemiro de centrocamp­ista y no de central. Ahí recuperó el equilibrio y volvió a sentirse superior.

No fue la única invención del entrenador francés, lo que pasa es que la primera sí que le funcionó. Como el técnico blanco ya empieza a tener refuerzos, vuelve a intentar cosas para sorprender al rival. Si la duda era entre Mariano o Isco, él jugó con los dos y dejó en el banquillo a Vinicius. Es decir, quería el toque del andaluz, pero también tener a alguien para que finalizara las jugadas. Zidane ha confiado en Isco, a veces incluso contra la fe de Isco en sí mismo y ayer dio otro aire al Real Madrid, más dinámico y con más luces cuando se acercó al área. Un Isco recuperado (y parece que está en proceso) es una bendición para este equipo con muchos problemas para el fútbol por dentro. Su toque para Kroos en una llegada del alemán, en la que más cerca estuvo el Madrid de marcar, fue una delicia porque fue simple, pero agilizó todo. Eso es lo que se le pide, más allá de vueltas con la pelota que no llevan a ningún sitio. Si aporta claridad, el Madrid gana enteros. El problema es que no aguantó todo el partido.

Con Isco atento, el equipo de Zidane abrió el campo para poner balones en el área, pero también para hacer el campo más grande y que llegaran los hombres de atrás. Lo hizo Kroos, pero también Nacho y probó Modric. Fue un equipo al ataque de verdad y con variantes, que muchas veces domina los partidos y se aburre de hacerlo. La primera parte contra la Real fue armónica, principalm­ente porque el centro del campo sigue en estado de gracia. Y con Mariano, las pelotas al área tienen algo más de sentido. No le falta voluntad al sustituto de Benzema y hasta remató una vez al larguero. Le falta lo que le gritaron en una carrera a campo abierto, en teoría hacia el área rival, en realidad, a ningún sitio: «¡Tranquilo!», se oyó. Puede que él no lo escuchara.

De todos modos, la Real mantuvo el tipo. Sobre todo porque siempre mantuvo un ojo en la portería rival. Sus rápidas transicion­es no permitiero­n un encuentro tranquilo al Madrid, que tuvo que vigilar mucho su espalda. La potencia de Isak y que Oyarzábal y Monreal siempre buscaban la espalda de Lucas Vázquez mantuviero­n en alerta a los blancos. Otros equipos se cierran y esperan que al Madrid le mate el tedio. El grupo de Imanol mantuvo la tensión, apretando en la salidas. Y fue mejorando hasta marcar al comienzo de la segunda mitad, con más hombres en el centro del campo y sin Casemiro rondando.

Comprendió Zidane que había que variar de nuevo. Cambió todo el ataque y recuperó el dibujo. Pero a este Madrid hacer dos goles le supone un esfuerzo tremendo. Imposible.

 ?? EFE ?? Vinicius celebra el tanto del empate del Real Madrid contra la Real Sociedad
EFE Vinicius celebra el tanto del empate del Real Madrid contra la Real Sociedad

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