LA EDAD DE LA INOCENCIA ARREBATADA
HayHay demasiados lugares de África en los que la vida gira presa en una ruleta rusa. La existencia es un instante efímero que se recicla en un bucle agónico y sin esperanza. La infancia transita en un lapsus envuelto en lágrimas secas. Es una tierra en buena medida olvidada a la que el primer mundo ha dado esquinazo tantas veces que la memoria las guarda e interioriza como hábito. Allí las pandemias de todo tipo y condición son el pan nuestro del vía crucis y las vacunas, un maná extraviado entre gobiernos corruptos, caudillos letales y potencias indiferentes. Y hay virus, claro. Las menores que aparecen en la fotografía han sido las últimas víctimas de ese patógeno que maltrata a los olvidados y desfavorecidos, el de la maldad, la crueldad y la codicia... También el fanatismo. 279 adolescentes, que fueron secuestradas en un instituto del noroeste de Nigeria el pasado viernes, fueron liberadas por sus captores. Al fin pudieron reunirse con sus familiares a los que con seguridad pensaron que no volverían a ver. El rapto de niños en escuelas por parte de Boko Haram y otros grupos criminales ha resurgido, incluso en zonas del estado que se creían a salvo. Pero no. Las autoridades han asegurado que no se ha pagado rescate, pero también que han negociado con los bandidos. La sinceridad no parece el fuerte de estos gerifaltes incapaces de proporcionar seguridad a los más débiles de entre los suyos. Es un negocio lucrativo y los yihadistas y otros se reparten el botín. Es un deber sondear los ojos de esas niñas y entender y sentir el terror, el miedo a la muerte, pero sobre todo a la vida que se escapa sin haber comenzado. En manos de los monstruos que devoraron la inocencia.