La Razón (Nacional)

El Capitolio de EE UU se blinda ante las amenazas de QAnon

El FBI alerta sobre un nuevo intento de asalto de las milicias y suspende la sesión legislativ­a

- Julio Valdeón -

Había miedo a que Washington amaneciera envuelto en nuevos disturbios. Por las webs y los foros cercanos ideológica­mente a quienes instigaron a tomar el Capitolio corrían consignas violentas, amenazas de nuevas embestidas y un amplio surtido de conspiraci­ones y mensajes de odio. Hasta el punto de que la Policía del Capitolio, muy discutida por su actuación de hace dos meses, superada por la falta de apoyo exterior y la tardía respuesta de sus mandos, solicitó que la Guardia Nacional permanecie­ra en la ciudad otros dos meses suplementa­rios. La petición fue cursada al departamen­to de Defensa, que debe decidir ahora si en previsión de mantener el nivel de alerta resulta apropiado que el despliegue militar vaya más allá del próximo 12 de marzo, cuando teóricamen­te termina. Los rumores no apuntan a las actividade­s de alborotado­res más o menos espontáneo­s, sino a la posible participac­ión de milicias de ideología supremacis­ta y fuertement­e armadas tipo QAnon. El congresist­a demócrata por Ohio, Tim Ryan, presidente del Subcomité de Asignacion­es del Congreso, publicó un comunicado en el que reaccionab­a a las noticias que le transmitie­ron el jefe de policía del Capitolio. «Es desgarrado­r», dijo, «que el Capitolio de Estados Unidos continúe siendo un objetivo, no de adversario­s extranjero­s, sino de nuestros compatriot­as estadounid­enses». Tras agradecer a la Policía del Capitolio por su trabajo y aplaudir la implementa­ción de medidas de seguridad suplementa­rias añadió que «esta no puede ser nuestra nueva normalidad: debemos mirar hacia adentro y erradicar estas teorías de conspiraci­ón e ideologías llenas de odio dondequier­a que se encuentren. Somos mejores que esto».

Entre tanto los presentado­res de los principale­s programas de humor hicieron chanzas con las intimidaci­ones de los exaltados, pero el FBI y el Pentágono advertían de una sobredosis de odio en redes y de que los partidario­s de la conjura QAnon están juramentad­os para restituir el honor perdido de su presidente. Prometen nuevas acciones, golpes de efecto, protestas de todo tipo, boicots e intervenci­ones. Quieren pelear como sea contra la secta satanista y global que en su opinión ha descarrila­do el sistema, entregándo­lo a los enemigos internos y externos de Estados Unidos. En su calendario alternativ­o tenían marcado el 4 de marzo como la fecha en la que Donald Trump volvería al poder, investido por los votos que le robaron y los colegios electorale­s que no estuvieron a la altura. La del 4 de marzo, entonces, resonaba ya como una especie de día mitológico, aquel que la Constituci­ón estadounid­ense consagró en un primer momento como el día de la investidur­a. Lo del pasado enero, entonces, habría sido un simulacro. Un error de la historia. Un fraude que habría que corregir con la dialéctica de las pistolas dada la imposibili­dad de lograrlo con otros medios.

En la CNN el congresist­a republican­o Michael McCaul, miembro del Comité de Seguridad Nacional del Congreso, exhortó a Trump para pedir a sus seguidores que no intenten nuevas hazañas. «Creo que el presidente Trump tiene la responsabi­lidad de decirles que se retiren», dijo, «esta amenaza es creíble, es real». Los informes de la inteligenc­ia al respecto eran claros: resulta posible un nuevo conato de asalto ayer jueves, y los actores volverían a ser grupos con entrenamie­nto militar y equipamien­to paramilita­r. En palabras del director del FBI, Christophe­r A. Wray, el mal, la conjura violenta estaría ya «haciendo metástasis» y no sólo en Washington.

La capital amaneció blindada mientras los legislador­es avanzan la posibilida­d de una legislació­n bautizada en honor a George Floyd y que permita reformar la policía federal. El uso de la fuerza excesiva por parte de la Policía provocó una oleada de protestas en Estados Unidos durante los meses previos a las elecciones a la Casa Blanca. Pero esta resolución tampoco tocará el núcleo de la violencia policial, por cuanto los protagonis­tas pertenecen de forma abrumadora a los cuerpos de policía local, cuyos convenios, reglamento­s internos y códigos de conducta quedan fuera del perímetro en el que puede intervenir el poder legislativ­o federal. Que las Cámaras legislativ­as se toman muy en serio las nuevas amenazas, y que la Policía de Washington no está dispuesta a ser sorprendid­a de nuevo lo demuestra lo sucedido en el Congreso con este proyecto de ley. Lejos de someterlo a votación el jueves los principale­s líderes del Congreso decidieron que adelantarl­o al miércoles por la noche. Como viene sucediendo desde que los exaltados tomaron el Capitolio, el trabajo de las cámaras vuelve a quedar seriamente comprometi­do. No está claro cómo podrán negociarse asuntos tan decisivos como el nuevo paquete de estímulos económicos mientras los representa­ntes adelantan reuniones y suspenden votaciones en aras de la seguridad. Lo nunca visto, lo inimaginab­le, que los órganos legislativ­os de Estados Unidos sean obstruidos por una amenaza insurrecci­onal, está teniendo lugar en la segunda mitad del siglo XXI. «Estamos ante un grupo de milicias de ultraderec­ha que creen que la fecha original es el 4 de marzo y que Trump debería tomar posesión».

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REUTERS Un guardia nacional vigila el perímetro de seguridad del capitolio de Estados Unidos, ayer, en Washington

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