El cine español pide reencotrarse con el público en unos Goya por Zoom
Cobró especial relevancia el mastodóntico despliegue técnico de pantallas para atender a los 166 nominados
«La Academia está intentando que se integren disciplinas artísticas muy diversas», afirma director Luis López Carrasco
La histórica ceremonia de la covid estuvo marcada por las intervenciones telemáticas de los nominados y la presencia de estrellas internacionales, como el actor de «Taxi Driver»
En un año excepcionalmente anómalo para el mundo, también el universo cinematográfico español lo nota. Asumidas las consecuencias de esta realidad ajena, impredecible y sumamente excepcional, la 35 edición de los Goya celebrada ayer en el Teatro del Soho CaixaBank de Málaga adquirió la naturaleza de ceremonia «obligadamente distinta y extremadamente responsable» que venían anunciando desde la Academia días antes de que se llevara a cabo. Nunca la gran noche del cine español se había visto obligada a hibridar su formato diviendo la realización del acontecimiento entre la presencialidad de los conductores de la gala, quienes entregaban los premios y los artistas invitados –todos ellos con PCR negativa confirmada– y la conexión telemática de los nominados desde sus casas.
Pese a las dificultades sanitarias evidentes y el forzoso torpedeo logístico, la dupla de presentadores encargados de dirigir la velada, formada por Antonio Banderas y Maria Casado, subrayaban el empuje y la motivación extra que esta responsabilidad suponía para ellos: «Quiero que se muestre como somos, todos son imprescindibles, incluso aquellos que no tienen oportunidad de recibir premios. Tengo muchos compañeros que son chóferes, profesionales de cáterings, etc. El cine da de comer a muchísimas familias», manifestó Banderas, al tiempo que Casado apostillaba que iba a suponer «un reconocimiento a los que están detrás y los que están muchísimo más atrás, el público».
Por otra parte, como añadido a las peculiaridades del contexto con el que se encontraron los responsables de capitanear la fiesta mermada, cobró especial relevancia el mastodóntico despliegue técnico de infinidad de pantallas a través de las cuales un total de 166 nominados se conectaron para recibir la noticia de su victoria (o no). Entre los candidatos se encontraban nombres como los de Pilar Palomero, que optaba al Goya a mejor dirección novel por su intimista «Las Niñas»; Mario Casas, nominado a mejor actor por su interpretación en la película dirigida por David Vitori «No matarás»; y Salvador Calvo, autor de «Adú», la cinta con más nominaciones (13 en total), quien remarcaba horas antes de que diera comienzo la gala la importancia de apostar por proyectos de índole social como éste: «Creo que esta película es un ejemplo de solidaridad y de que hay que mirar fuera lo que está ocurriendo y de alguna manera ser más solidarios con el prójimo», y añadía que «hay que acabar con ese mensaje de la ultraderecha basado en la idea de que los inmigrantes vienen aquí a robarnos el trabajo».
Reconocimiento internacional
También destacaron nombres como el de Luis López Carrasco, director de «El año del descubrimiento», un monumental retrato sobre las revueltas sindicales de la Murcia del 92, quien competía en la categoría de mejor documental y aseguraba en las entrevistas previas a la ceremonia no sentirse decepcionado con la catalogación de su propuesta: «Si hace un año nos dicen que íbamos a estar nominados a mejor documental nos hubiera parecido algo realmente insólito. La Academia, apostando por esta categoría, está intentando que se integren disciplinas artísticas muy diversas. Los caminos de la Academia son inexcrutables. No tenemos en este sentido ningún sentimiento de decepción por estar nominados a mejor documental en vez de a mejor película», o el de Patricia López Arnaiz, protagonista de «Ane», nominada a mejor actriz protagonista: «No había imaginado nada de esto, el momento de estar en la alfombra roja a distancia parece algo de ciencia ficción. Todo ha sido una sorpresa, desde la nominación hasta la realización de una gala así», reconocía la actriz vasca. En contraposición a las limitaciones que presentaba el formato telemático, la tecnología ha propiciado a través de la ruptura de fronteras internacionales la inédita presencia de figuras de relumbrón y prestigio cinematográfico como Robert de Niro, Al Pacino, Dustin Hoffman, Helen Mirren, Charlize Theron, Isabelle Huppert, Monica Bellucci, Salma Hayek, Sylvester Stallone, Emma Thompson, Benicio del Toro, Ricardo Darín y Laura Dern, quienes intervinieron para mostrar su apoyo y saludar a la audiencia de la gala, insuflando ánimo y apostando por mensajes de reconocimiento y cariño en referencia la salud de nuestra cinematografía desde localizaciones de todo el mundo.
Asimismo, durante el transcurso de la alfombra roja, consecuentemente más desnuda y descafeinada que en ocasiones anteriores, se dejaron ver, además de los presentadores ya mencionados, entregadores como Pedro Almodóvar, Penélope Cruz o Alejandro Amenábar. La elección de la desconocida figura de Ana Ruiz, la enfermera del Summa 112 que ideó la biblioteca «Resistiré» del hospital de campaña habilitado en Ifema al estallar la pandemia, para entregar el Goya a Mejor Película fue sin duda uno de los reconocimientos y regalos más emocionantes de la noche. «La cultura acompaña y sana, da calor y consuelo, que tanta falta nos hace», señalaba minutos antes del comienzo de la gala.