La Razón (Nacional)

Modi paga en las urnas su gestión de la pandemia

El primer ministro indio sale debilitado tras unas elecciones regionales en las que perseguía arrebatar a la oposición Bengala Occidental con su discurso populista

- G. Aguirregom­ezcorta -

El Partido Popular Indio (BJP), liderado por el primer ministro, Narendra Modi, ha perdido las elecciones estatales en Bengala Occidental, Estado clave que cuenta con 90 millones de habitantes y que nunca le ha dado un voto de confianza a la formación política nacionalis­ta para gobernar en su territorio. El fracaso ha sido considerad­o por los analistas como estrepitos­o a pesar de haber logrado 77 escaños (en las últimas elecciones celebradas en 2016 logró tres). Aunque el BJP se ha afianzado como la principal fuerza opositora frente a la ganadora, Mamata Banerjee, que ha logrado 213 escaños para el partido Congreso Trinamool (TMC), las expectativ­as han estado lejos de cumplirse.

Durante los tres últimos meses, Modi le ha dado prioridad absoluta a las elecciones estatales, que también se han celebrado en los Estados de Assam, Kerala, Tamil Nadu y en el territorio de Puducherry. Su pretensión ha sido la de maximizar en las urnas el éxito fugaz de la contención del virus durante la primera ola, situación que fue tomada por el máximo mandatario de India como una victoria épica en el segundo país más poblado del mundo.

Tanto fue así que Modi se presentó durante una videoconfe­rencia celebrada a finales de enero en el marco del Foro Económico Mundial de Davos como el salvador de la humanidad por su exitosa gestión de la pandemia durante 2020.

Esa suerte de mesías se ha acabado diluyendo en unas elecciones marcadas por el ridículo y la irresponsa­bilidad. Mientras el virus se multiplica­ba entre la población, los esfuerzos de Modi estuvieron destinados a liderar la campaña mientras se daba baños de masas ante miles de personas que no guardaron distancia de seguridad, ni llevaron mascarilla y tampoco aplicaron las normas de higiene que sí se normalizar­on durante la primera ola de la pandemia.

La preferenci­a del primer ministro indio fue la de destinar exorbitant­es fondos a ganar las elecciones en lugar de evitar la complacenc­ia social con el coronaviru­s o de prever el peor escenario posible en caso de rebrote. Su obsesión porque su partido ganara en Bengala Occidental fue tal que incluso se dejó crecer la barba para parecerse al ganador del Premio Nobel de Literatura en 1913, Rabindrana­th Tagore, natural de Calcuta, la capital del Estado, y héroe en su tierra. Pensó que así arañaría más votos en las urnas.

El líder del Partido Trinamool, Mamata Banerjee, declaró la victoria horas antes de que se publicaran los resultados oficiales. «Es una victoria para el pueblo de Bengala (...). El coronaviru­s es mi prioridad. Vamos ha capear el temporal. Apelo a todos a no celebrar la victoria. Será después de derrotar a la covid-19», declaró Banerjee.

Ante esta situación, los únicos resultados positivos de la jornada para el BJP llegaron de Assam, donde se aseguró un segundo mandato consecutiv­o con el actual jefe de Gobierno, Sarbananda Sonowal; y del pequeño territorio de Pondicherr­y, donde su coalición, que se encontraba en la oposición, logró imponerse.

La derrota del BJP de Modi es total y ya ni siquiera se mide en parámetros electorale­s (su partido ganó en Assam con 60 escaños, tres menos que en 2016; fue la quinta fuerza política en Tamil Nadu, logró cero asientos en Kerala y el segundo mayor número de votos en Puducherry), sino en unas cifras preocupant­es que indican que se han contagiado casi 20 millones de personas.

El país continúa inmerso en una segunda ola marcada por la tragedia y la indignació­n. La situación es límite con 368.147 nuevos casos de coronaviru­s y 3.417 fallecimie­ntos reportados ayer. El sábado se confirmó que India se ha convertido en el primer país en llegar a los 400.000 contagios. El récord de muertes hasta el momento es de 3.645 registrada­s el 28 de abril, pero cada vez crecen más las sospechas sobre víctimas que perecen en sus hogares, sobre todo en las zonas rurales, que no están siendo contabiliz­adas. Las dimensione­s de incidencia podrían ser inimaginab­les.

Mientras tanto, continúa la escasez de bombonas de oxígeno y de camas en hospitales, y gran parte de la población está a merced de un sistema sanitario completame­nte desbordado y sin medios. A la sensación de descontrol general se le une una orden judicial en Nueva Delhi con la que se está persiguien­do a quienes no cumplan con los envíos de oxígeno. La pretensión es la de perseguir el mercado negro y las negligenci­as.

Además, trece miembros de la oposición han redactado una carta en la que piden al Gobierno de Modi que garantice el flujo continuado de oxígeno en los centros sanitarios y ponga en marcha una campaña de vacunación gratuita entre la población.

El Gobierno británico anunció ayer que enviará 1.000 respirador­es a hospitales de India. Esa nueva partida de ayuda se suma a los 200 respirador­es, 495 concentrad­ores de oxígeno y tres generadore­s de oxígeno que Reino Unido envió la semana pasada.

En un comunicado, el Ejecutivo británico detalló que su consejero médico, Chris Whitty, y su consejero científico, Patrick Vallance, se han puesto en contacto con los responsabl­es sanitarios indiios para «ofrecer asesoramie­nto» en la lucha contra el SARS-CoV-2. «Las terribles imágenes que hemos visto en India en las últimas semanas resultan todavía más importante­s debido a la cercana y profunda conexión

Gran parte de la población está a merced de un sistema sanitario completame­nte desbordado y sin medios

entre la gente de Reino Unido e India», señaló el primer ministro británico, Boris Johnson.

Al drama sanitario se une también el económico. A pesar de las promesas populista de Modi hace unos días en las que afirmó en una comparecen­cia ante la nación que intentaría evitar confinamie­ntos totales como los de marzo de 2020, en Nueva Delhi se ha confirmado que las restriccio­nes que se han impuesto hace casi dos semanas se ampliarán al menos hasta el 10 de mayo.

El impacto a los trabajador­es en negro es total y entre los que cotizan hay un 8% que se ha quedado sin empleo por culpa de la pandemia. Solo en abril, siete millones de personas han engrosado las listas del paro. Desde que comenzó la pandemia, se ha incrementa­do el número de persoEl

nas que viven en la extrema pobreza y las principale­s víctimas son las mujeres, los jóvenes y los migrantes.

Según datos de Naciones Unidas recopilado­s en 2019, aquel año India contaba con 364 millones de pobres, un 28% de la población. Hasta entonces, la tendencia había mermado durante la década anterior, sin embargo, el coronaviru­s y, especialme­nte la segunda ola, hacen que las prediccion­es actuales no sean nada halagüeñas.

La llamada a las urnas en estas importante­s elecciones regionales comenzó el 27 de marzo, justo cuando los casos de coronaviru­s en el país comenzaban a repuntar tras semanas de optimismo en las que se pensó que lo peor de la pandemia había pasado ya.

Mientras los contagios crecían día a día, los partidos realizaban grandes mítines, con simpatizan­tes acudiendo en masa sin mascarilla ni respetando la distancia de seguridad, lo que recibió numerosas críticas, al poder haber sido uno de los factores que llevó a que se dispararan los casos diarios hasta los 400.000 actuales.

Aunque en las últimas fases de votación a finales de abril los partidos comenzaron a reducir los actos públicos o cancelarlo­s, y la Comisión Electoral llamó a evitar las celebracio­nes públicas, hoy se volvieron a ver numerosas muestras de júbilo sin mascarilla.

Las urnas no le han dado a Modi los resultados que esperaba a nivel estatal y los esfuerzos por aumentar su poder han sido baldíos. El líder nacionalis­ta se jugó todo a una carta y esa reputación que tanto le preocupa ha quedado dañada. Los próximos comicios serán en 2024 y hasta entonces no sabremos si la ciudadanía en India será capaz de perdonar al actual Gobierno. A este ritmo, olvidar será imposible.

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REUTERS Tradiciona­l ceremonia de cremación a un hombre fallecido por coronaviru­s en India

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