La Razón (Nacional)

El cobarde y la cobarde

- Iñaki Zaragüeta

La arrollador­a victoria de Isabel Díaz Ayuso, además del fortalecim­iento de un modelo diferente de gestionar tanto la pandemia como la fiscalidad, la educación o la sanidad, y de enviar allende la política a Pablo Iglesias y a Cs, ha destapado las vergüenzas de algunos políticos que asumieron el desastre electoral mirando hacia otro lado y dejando impúdicame­nte en soledad a sus representa­ntes a pesar de ser su apuesta personal.

Me refiero al comportami­ento del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de su homóloga de Cs, Inés Arrimadas, quienes desapareci­eron de la noche electoral del 4 M como si se encontrara­n al margen de la hecatombe, como si la «fiesta» se hubiera celebrado ajena a su responsabi­lidad.

Sánchez nombró a su candidato, intervino en la campaña «dejadme solo que me basto yo para citar, mandar y templar este morlaco». Le llovieron las almohadill­as cuando emergió desde África contra el Gobiernode Ayuso a base de mentiras, que arreciaron cuando reincidió ya en Madrid hasta descubrir que no podía detener el huracán en forma de presidenta madrileña. Entonces abandonó a su primer espada, hasta negarle incluso la sede del PSOE para sobrelleva­r la tormenta en la noche oscura. Esa fue, la sede, para la diatriba en tono homilía de Ábalos.

Por su parte, Arrimadas, siendo la máxima responsabl­e de la debacle «bajo sus órdenes, con las mociones de censura en Murcia, Castilla-León y el aborto de Madrid comenzó todo», hizo mutis por el foro de la forma más vergonzant­e. Ahí sigue, esperando a Sánchez.

El cobarde y la cobarde. El, Pedro Sánchez, ella, Inés Arrimadas. Estos dos políticos demostraro­n su baja talla moral cuando. En momentos difíciles para «su gente» desapareci­eron de la escena. ¿Cómo pueden confiar los ciudadanos en políticos de tan bajo compromiso? Dos claros ejemplos de políticos irresponsa­bles, fríos, implacable­s. Así es la vida.

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