Juicio al «Rey del Cachopo»
La hermana de Heidi Paz: «La herida duele pero estamos al final de una tortura de tres años»
Él está en el módulo 10 de Soto con presos «VIP» como Bárcenas y temen que vuelva a meter un móvil para hacerles fotos
Mes y medio antes de que comience el juicio decidió cambiar de abogado: una penalista con la que aseguraba tener un idilio
Un jurado popular juzgará desde el lunes a César Román por matar y descuartizar a su ex novia. La familia de la víctima, que pide 26 años de prisión, espera que «la Justicia española esté del lado de Heidi»
Heidi Paz Bulnes se crió en San Pedro Sula, al norte de Honduras. Fue mamá muy joven y en 2013 decidió emigrar a España para poder ofrecer un futuro mejor a sus niños, a quienes tenía intención de traer muy pronto a Madrid. Era verano de 2018, ya había conseguido legalizar su situación y las cosas no le iban mal. Además, acababa de romper la relación que había mantenido con el que fuera su jefe en una sidrería, al que conoció en abril del mismo año, y estaba feliz de haber podido dar carpetazo, por fin, a una relación tóxica. Poco después de conocerse se habían ido a vivir juntos a casa de él (en la calle López Grass de Vallecas, posible escenario del crimen) pero la cosa no funcionó y ella decidió dejarle aunque seguían viéndose de forma esporádica. Pero ese anhelo de una vida mejor se truncó demasiado pronto para Heidi: el 13 de agosto, tras sofocar un incendio en una nave de Usera, los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, descubrieron su torso en una maleta, aunque no sabían a quien pertenecía. El Grupo VI de Homicidios iniciaba entonces uno de los casos más complejos a los que se han enfrentado.
Según la Fiscalía, que solo pide 15 años y cinco meses por homicidio y profanación de cadáver, sobre las 5:52 horas del 5 agosto de 2018, la víctima llamó por teléfono al acusado y acto seguido se dirigió al domicilio que habían compartido. Una vez allí, entre ese momento y las 16:21 horas de ese mismo día, el acusado, según la fiscal «movido por el hecho de ser Heidi mujer y no aceptar que ella quisiera distanciarse, con la intención de quitarle la vida, o al menos, representándose dicho resultado, le causó la muerte». Para evitar ser descubierto y que se pudiera identificar el cadáver, «sin importarle el ultraje y la deshonra que ello suponía para el cuerpo sin vida de Heidi seccionó, separando del cuerpo la cabeza y los miembros superiores e inferiores, y se deshizo de ellos, sin que se haya podido determinar la forma en que lo hizo». Respecto del tronco de la mujer, el escrito de la fiscal subraya que «después de meterlo en una bolsa de plástico negra, lo introdujo en una maleta». A continuación, sobre 16:21 horas del 5 de agosto pidió un taxi a Tele Taxi en el que trasladó el cuerpo de la víctima desde el domicilio hasta una nave industrial que había sido alquilada el 15 de febrero de 2018 por Román, en representación de la entidad Delice Experience S.L. Entre el 5 y el 13 de agosto el acusado, «sin importarle, la deshonra que ello suponía para el cuerpo sin vida» de la mujer, lo roció con sosa cáustica, «y valiéndose de un cuchillo, le cortó los senos, que tenían unos implantes de silicona, y junto con un colgante y otros efectos personales, el 13 de agosto de 2018, intentó quemarlos, haciendo un fuego en la plataforma del montacargas del sótano de la nave industrial». Ese mismo día, tras enterarse de que se había encontrado el cuerpo de la mujer, dejó de utilizar la línea de teléfono que tenía hasta ese momento y huyó a Zaragoza. Allí cambió su look y se movía con otra identidad.
La acusación particular, ejercida por el abogado Ramón Fernández de Mera, solicita 26 años de cárcel para el acusado por los delitos de maltrato continuado (1 año) y de asesinato (25) con alevosía, agravante de parentesco y de género. Además, piden una responsabilidad civil subsidiaria de 40.000 euros a cada uno de los dos hijos de la víctima y otros 80.000 euros para su madre. Su hermana Vanesa, que reside en Miami (Florida), espera que se haga justicia por la muerte «tan cruel» que sufrió su hermana. «Ha sido una tortura muy larga de casi tres años» pero ahora, según confiesa a este diario, esperan «que le caiga la pena máxima». «Ya está llegando el final de esta pesadilla y esperamos que la Justicia española esté de parte de la víctima», asegura Vanesa, muy consciente de la lacra de la violencia de la género. «Sé que este tipo de casos no solo nos ha pasado a nosotros y en España hay muchos casos de violencia hacia la mujer. Ahora confiamos en que se haga justicia por mi hermana y por todas esas mujeres que han caído en relaciones equivocadas con personas sin corazón, que les han arrebatado la vida por querer terminar una relación tóxica». Tanto para Vanesa como para su otra hermana que ha venido a Madrid a acompañar a su madre a declarar, el juicio va a ser duro: «La herida duele y cada vez que se habla de este tema tan triste volvemos a recordar momentos muy dolorosos que hemos pasado como familia».
Fotos de su hija
César, por su parte, ha permanecido todo este tiempo en la prisión de Soto del Real, donde su personalidad no ha pasado desapercibida. Va a misa los domingos con el padre Paulino y ha estado tres veces en aislamiento: el entrar, cuando le amonestaron por tener un altercado con un preso independentista (al que gritó «¡Viva España!» haciendo gala de su pasado falangista) y tras pillarle los funcionarios un móvil el pasado mes de noviembre. Fue entonces cuando le cambiaron de módulo y dejó el 5 (más conflictivo y donde hizo buena amistad con el butronero recientemente fallecido «Cásper»), para entrar en el 10, donde com parte espacios comunes con presos «VIP» como Bárcenas o los ex alcaldes de Majadahonda Guillermo Ortega y de Pozuelo, Jesús Sepúlveda (ex marido de Ana Mato). «Lo que le faltaba para sus ínfulas de grandeza», aseguran desde prisión. Porque César es, por lo general, educado en el trato con ellos pero ha dado muchos problemas a la dirección del centro por sus peticiones en bucle. «Veía que a algunos presos les autorizaban tener ordenador para estudiar el sumario de sus casos y él también lo pedía. Él pedía de todo», sostienen.
César se sabe de memoria el sumario de su caso, no ha parado de estudiarlo. Está solo en su celda, tiene televisión propia y las paredes llenas de fotos de su hija, su única «espinita» porque cree que no va a volver a verla ya que la niña, al parecer, se niega a visitarlo en prisión. Es lo único que, al parecer, le quita un poco el sueño porque con respecto al crimen de Heidi está bastante tranquilo. Se ha aprendido al dedillo su caso, sabe las lagunas en las que ha estado trabajando el que fue hasta el pasado día 23 de marzo su abogado, Manuel Alonso Ferrezuelo, pero según se acercaba el momento del juicio oral decidió cambiar de letrado. Dentro de sus posibles «fantasmadas», César aseguró en prisión que tenía un romance con una abogada que iba por Soto explicando la labor de su asociación. La abogada que está al frente, Ana Isabel Peña, que ya le estaba llevando el tema de la niña con su ex mujer, se ha convertido, a dos meses del inicio de la vista oral, en su representación legal ante el jurado popular.