Del torquetum a la azafea: 10 inventos españoles que han cambiado la historia mundial
El Chupa Chups de Enric Bernat, el futbolín de Alejandro Campos o la fregona de punto de inflexión en nuestra existencia. Quizá, la tecnología con la que fueron Manuel Jalón son algunas de las creaciones patrias más conocidas. Ahora bien, concebidas no era la más puntera, pero al menos sí transformó las deficiencias de una aunque hayan trascendido con éxito dentro y fuera de nuestras fronteras, no son las época en meros recuerdos. El papel que han jugado los submarinos, los trenes o los que más impacto y calado han generado. Existen otras tantas que suponen un helicópteros es más que evidente. Ahora, tan solo queda reconocerles su origen Autogiro Giracópteros de 200 metros
Lo que hoy llamamos helicóptero, en sus inicios se conocía como autogiro o giracóptero. Lo diseñó el científico murciano Juan de la Cierva en 1917, el mismo año en que protagonizó su primer vuelo: apenas recorrió 200 metros, pero ese pequeño hito abrió las puertas a que, uno más tarde, consiguiese recorrer la distancia que separa los aeródromos de Getafe y Cuatro Vientos. Estos modelos disponían de unas pequeñas alas que hacían la función de alerones para controlar el alabeo. Algo que, posteriormente, el inventor cambió por una articulación en la cabeza del rotor.
Submarino Recolectar coral o morir
El ictíneo i se parece muchísimo al Nautilus que julio verne pensó para sus «20.000 leguas de viaje submarino». Pero con una importante diferencia: el primero es español y llegó una década antes que el armatoste del capitán Nemo. Su responsable fue el ingeniero Narciso Monturiol, que, en 1859, sorprendió al mundo naval con el primer buque sumergible. Lo concibió tras presenciar la muerte de un recolector de corales en el cabo de Creus, momento en el que decidió fabricar un tipo de barco capaz de hundirse y de arrancar estos animales coloniales desde su interior. Aunque anotó sus primeras ideas en 1848, las mantuvo en secreto durante casi once años: carecía de los fondos necesarios para el proyecto y, además, sospechaba que éste sería objeto de una burla generalizada. Finalmente, lo puso en marcha en madera y con un propulsor manual, una limitación que, en el año 1888, solucionó Isaac Peral, dando lugar al primer submarino de acero impulsado por energía eléctrica.
Arcabuz Perforadora de armaduras
El arcabuz se trataba de una de las armas de fuego de avancarga más extendidas entre la infantería europea durante el siglo XV. A pesar de su longitud, el disparo era de corto alcance y, eso sí, podía ser letal. De hecho, conseguía perforar las armaduras con una cierta facilidad. Sin embargo, no se sabe con total seguridad si los primeros modelos proceden de España o de Alemania.
Traje de buceo Bautizado por Felipe III
Es verdad, los trajes de buceo fueron ingeniados por Leonardo da Vinci en 1485. Ahora bien, el militar navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont fue quien creó el utilizado en la primera inmersión documentada de un buzo: ocurrió en el río Pisuerga (Valladolid), y el propio Felipe III asistió al acontecimiento desde su galera. Otra referencia fue la apuesta de John Lethbridge, que consistía en un tonel con ojo de buey en el que cualquier persona podía encerrarse con los brazos sobresaliendo por el exterior. No se trataba, por tanto, de una opción deseable para todos los públicos puesto que ni era flexible ni se adaptaba a la forma del cuerpo. En el mismo año, sin embargo, el «chevalier» francés Pierre Rémy de Beauve planteó una de las primeras escafandras de buceo que sería alimentada con aire desde la superficie.
Azafea
El (no) astrolabio 2.0
La «al-safiha» es una herramienta de observación útil para la resolución de problemas de astronomía y astrología. En el siglo XIII permitió el cómputo y la exploración en cualquier latitud terrestre, así como el cálculo de la relación entre las horas temporarias y las equinociales. Esta especie de astrolabio fue concebido por Azarquiel, un astrónomo andalusí que vivió en Toledo durante el siglo XI. El uso de este artefacto pudo haber influido posteriormente en otros diseñadores de equipos de navegación como el de Juan de Rojas y Sarmiento, que en el XVI elaboró numerosos estudios sobre el uso de las proyecciones ortográficas.
Triciclo bonet El primer automóvil de España
El triciclo Bonet surgió de rebote. Sí, el ingeniero barcelonés Francés Bonet no tenía previsto crearlo de buenas a primeras. Pero la casualidad hizo que de un fallo técnico naciese el primer vehículo propulsado por un motor de combustión interna fabricado en la Península Ibérica. El objetivo inicial, tal y como consta en los planos originales, era producir un transporte a cuatro ruedas, pero la ausencia de algunas piezas y la concatenación de varios errores dio lugar a esta propuesta. Algo que, a fin de cuentas, no le vino nada mal, pues el Bonet está considerado como el primer automóvil de España. Fue desarrollado en la capital catalana el 12 de diciembre de 1889 y, por el momento, la documentación solo ha dejado constancia de un único ejemplar fabricado.
Torquetum El Medievo mira al espacio
Conocido como turquet, es un instrumento medieval de medición astronómica que fue diseñado por el matemático andalusí Jabir ibn Aflah en el siglo II para tomar y convertir las anotaciones realizadas en tres conjuntos de coordenadas: horizontal, ecuatorial y eclíptica. De igual manera, permitía calcular la posición exacta de los cuerpos celestes. En cierto sentido, este aparato tan arcaico podría ser considerado como uno de los primeros ordenadores analógicos de todos los tiempos.
Calculadora La gran disputa territorial
De siempre, el origen de la calculadora ha generado algún que otro debate territorial: franceses contra españoles, todo un clásico. Si bien la primera versión se remonta al siglo XVII, cuando el filósofo Blaise Pascal imaginó un boceto primigenio, la realidad es que fue el inventor pontevedrés Ramón Verea quien creó la primera maquinita numérica capaz de realizar las cuatro operaciones aritméticas (suma, resta, división y multiplicación) manejando cifras de hasta nueve dígitos. Ahora bien, si hablamos en términos digitales, el primer aritmómetro electromecánico se le atribuye al matemático cántabro Leonardo Torres. Este aparato utilizaba la tecnología de relés empleada en los antiguos teléfonos, que ofrecía rapidez de cálculo y la posibilidad de introducir circuitos lógicos e incipiente memoria, aunque fallaba en la implementación del programa, que seguía dependiendo de las características físicas del artilugio. El testigo lo recogió, en 1938, Louis Couffignal (este sí fue francés), que dedicó su vida a estudiar las computadoras binarias electromecánicas.
Teleférico El «ojo» de San Sebastián
No hay nada como observar Sierra Nevada (Andalucía) a bordo de uno de sus conocidos teleféricos. Al menos, así lo han reconocido miles de usuarios en el portal Tripadvisor. Lo curioso es que esta recomendación no sería posible si, en 1887, el ingeniero de caminos Leonardo Torres Quevedo no hubiese registrado la primera patente de lo que él llamó «Sistema de camino funicular aéreo de alambres múltiples». No obstante, no fue hasta 20 años después cuando el primero de la Historia entró en funcionamiento en el Monte Ulía (San Sebastián).
Talgo Potentes trenes que «volaban»
El Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol (Talgo) supuso una auténtica revolución en el mundo del ferrocarril. Inventado en 1942 por Alejandro Goicoechea e impulsado por José Luis Oriol, alcanzó fama internacional durante los años 60: su gran aportación fue el desarrollo de un sistema de rodadura completamente diferente al de los trenes convencionales, lo que le permitía lograr una mayor velocidad con la misma potencia. Los primeros en llegar al mercado fueron los Talgo 0 y los Talgo I, que consiguieron rebasar los 115 kilómetros por hora. Tenían un diseño curioso, con el extremo imitando la cabeza de un tiburón, así como una pretensión única por aquel entonces: correr tanto que sus pasajeros pensasen que estaban volando. Algo que, en un símil gracioso, consiguieron rozar en sus siete versiones posteriores. A lo largo del tiempo han prestado sus servicios en Francia, Kazajistán, Bosnia, Argentina, Italia y, por supuesto, España. En nuestro país, Renfe sigue utilizando composiciones de este tipo de maquinaria en sus servicios Altaria, Alvia, Trenhotel y AVE.