Entre un cura gay amigo del Papa y el falso progresismo
Jorge Fernández Díaz recupera a su detective Remil y cierra su primera trilogía con una historia de terrorismo y lucha de clases
Estamos ante la tercera entrega de la serie Remil, el agente secreto argentino inventado por Jorge Fernández Díaz en «El puñal» y «La herida». En «La traición» sigue la brumosa intriga política de las anteriores novelas pero condensada en menos páginas y con más enredo, hasta el punto de casi hacerse ilegible. El lector que sigue a Remil ya conoce su carácter y malevolencia, y también los personajes secundarios que envuelven esta atmósfera oscura, inevitablemente porteña, que denuncia hechos e individuos de la alta sociedad unidos con viejos guerrilleros y políticos corruptos.
En «La traición» hay un cura gay amigo del Papa Francisco y una serie de nostálgicos del terrorismo montonero y piquetero de aquellos año de plomo de Argentina Argentina que vuelven a la actualidad como revival revolucionario. Un claro ejemplo: piensen en Podemos y en el intento de subvertir el orden institucional mediante métodos violentos y se harán una idea de lo que cuenta «La traición», pero elevado a la octava potencia. Piensen, en fin, en la nostalgia de la revolución comunista, la reivindicación de asesinos verdaderamente sanguinarios como el Che o Fidel, el deseo de estos descerebrados de subvertir violentamente el Estado e imponer un régimen a la venezolana y entenderán cuál es la denuncia burlona de «La traición» y sus derivadas. Lástima que a veces la prosa llegue a ser tan espesa que el lector se confunda, por momentos, en sus arenas movedizas verbales.