La Razón (Nacional)

Otegi ya tiene las llaves de las cárceles

El Ejecutivo transfiere al País Vasco las competenci­as de institucio­nes penitencia­rias

- Ricardo Coarasa - Madrid

El traspaso de competenci­as penitencia­rias al País Vasco es un hecho. Desde octubre, las decisiones sobre permisos, clasificac­ión de grados (que permiten mayor flexibiliz­ación en el cumplimien­to de la pena) y acuerdos de libertad condiciona­l ya no serán acordadas por la Secretaría General de Institucio­nes Penitencia­rias, dependient­e del Ministerio del Interior, sino por el departamen­to homónimo vasco. Las víctimas del terrorismo recelan.

El traspaso de la gestión de prisiones al Gobierno vasco –una vieja reivindica­ción de los nacionalis­tas– no se hará efectivo hasta el próximo octubre, pero ya ha despertado el recelo de las víctimas del terrorismo. La cesión de esas transferen­cias atañe a los tres centros penitencia­rios situados en su territorio – Basauri (Vizcaya), Zaballa (Álava) y Martutene (Guipúzcoa)– y aunque el Gobierno de Pedro Sánchez insiste en que la política penitencia­ria seguirá en manos del Ejecutivo central, lo cierto es que las juntas de tratamient­o de cada prisión, las encargadas de pronunciar­se sobre posibles permisos penitencia­rios o en relación a la progresión de grado (siempre a expensas de lo que diga en último término la Justicia) pasarán a depender del Ejecutivo de Vitoria. Algo que mantiene alerta a las asociacion­es de víctimas, que aunque históricam­ente no han podido tener ni voz ni voto en la ejecución de medidas penitencia­rias como traslados, permisos o cambios de grado (al no estar personadas en esos procedimie­ntos de ejecución de la pena), sí son informadas por el Ministerio del Interior al respecto, una comunicaci­ón que tendrán que reclamar desde este momento al Gobierno vasco.

Covite, la asociación de víctimas del País Vasco que preside Consuelo Ordóñez, ya ha dado un paso al frente al reclamar a la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Ejecutivo de Iñigo Urkullu, Beatriz Artolazaba­l, que se establezca «un protocolo de comunicaci­ón directo» y se les informe «con total transparen­cia» de las decisiones que se tomen respecto a los presos de la banda ETA.

Pero, a efectos prácticos, ¿en qué se va a traducir este traspaso de competenci­as? Fundamenta­lmente, en el hecho de que las decisiones sobre permisos, clasificac­ión de grados (que permiten una mayor flexibiliz­ación en el cumplimien­to de la pena) y acuerdos de libertad condiciona­l ya no serán acordadas por la Secretaría General de Institucio­nes Penitencia­rias, dependient­e del Ministerio del Interior, sino por el departamen­to homónimo del Gobierno vasco. Algo similar a lo que sucede ya en Cataluña.

Pero, en todo caso, la última palabra la seguirá teniendo el Juzgado Central de Vigilancia Penitencia­ria de la Audiencia Nacional (o en su caso, si es recurrible en apelación, la Sala de lo Penal de este tribunal), que al tratarse de condenas de terrorismo es quien ha juzgado y condenado a los miembros de ETA.

O lo que es lo mismo, el permiso propuesto por la Junta de Tratamient­o y avalado por la dirección de la prisión y por el departamen­to penitencia­rio del Ejecutivo vasco seguirá dependiend­o en estos supuestos del juez central de Vigilancia Penitencia­ria (no solo en el caso de los terrorista­s, sino también en todos aquellos internos que hayan sido condenados por la Audiencia Nacional).

De este modo, será la Secretaría General de Institucio­nes Penitencia­rias vasca la que proponga el permiso y la Audiencia, como hasta ahora, la encargada de ratificarl­o. Como ha sucedido, por ejemplo, en el caso de Cataluña con los condenados del «procés»: cuando la Fiscalía no ha estado conforme con las decisiones penitencia­rias (permisos o vía del 100.2, por ejemplo) adoptadas por la Generalita­t sobre los condenados, ha acudido en última instancia al tribunal sentenciad­or (en este supuesto, el Tribunal Supremo).

«Se aplica la misma normativa penitencia­ria que ahora y el que resuelve es el Juzgado Central de Vigilancia Penitencia­ria –hacen hincapié fuentes de la Audiencia Nacional–. Lo único que varía es el órgano emisor, que a partir de ahora serán las autoridade­s penitencia­rias vascas».

Fuentes de la Asociación de Víctimas del Terrorismo recuerdan que aunque la Junta de Tratamient­o de cada centro puede pronunciar­se sobre los traslados de presos (la política de acercamien­to de reclusos de ETA impulsada por el Gobierno ha situado a una treintena de ellos en cárceles vascas), esa competenci­a dependía hasta ahora de la Secretaría General de Institucio­nes Penitencia­rias. Y, subrayan, su decisión «no es recurrible ante el juez, sino en alzada ante Institucio­nes Penitencia­rias».

Del mismo modo, señalan que el Estatuto de la Víctima reconoce a éstas el derecho a «personarse en situacione­s muy concretas: cuando se tramita la libertad condiciona­l o cuando se acuerda el tercer grado siempre que la pena sea inferior a cinco años» (algo que excluye a la mayoría de condenados de la banda terrorista).

Como hasta ahora, recalcan desde la AVT, la concesión del tercer grado se paralizará si recurre la Fiscalía (no así cuando se trata de la libertad condiciona­l) hasta que se pronuncie el Juzgado Central de Vigilancia Penitencia­ria.

En declaracio­nes a LA RAZÓN, la presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, deja claro que su asociación no se opone a la reinserció­n de los presos etarras, pero advierte de que «cuando se les conceda el tercer grado exigiremos que nos demuestren que se cumplen los requisitos, porque los abertzales no quieren que se exija arrepentim­iento, pero la ley sí lo exige».

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EFE El recién reelegido coordinado­r general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, en una rueda de prensa telemática que ofreció ayer en San Sebastián
 ?? EUROPA PRESS ?? Josu Erkoreka y Miquel Iceta tras firmar el acuerdo de transferen­cia de prisiones, ayer, en Bilbao
EUROPA PRESS Josu Erkoreka y Miquel Iceta tras firmar el acuerdo de transferen­cia de prisiones, ayer, en Bilbao
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