La Razón (Nacional)

ESPAÑA ANTE EL RETO DE CHINA

- Manuel Sánchez Cánovas Manuel Sánchez Cánovas. Centro de Economía Política y Regulación-Facultad de Económicas. Universida­d CEU San Pablo

EnEn el marco de crecientes tensiones entre EEUU, la UE y China, también hay para España riesgos económicos, pues cada vez que Occidente toma una medida lesiva contra los intereses de Pekín sus represalia­s son inmediatas.

¿Qué ocurriría si el Gobierno español alineara sus posturas con las de sus aliados en la OTAN frente a China, por razones ideológica­s? ¿Estaríamos preparados? La carencia en España de influyente­s unidades de estudios especializ­ados y de lenguas en el Este y Sudeste Asiático es un problema a la hora de analizar las relaciones bilaterale­s. Tanto más dada la deslocaliz­ación pasada de la producción de las multinacio­nales europeas a Asia, y su integració­n en las cadenas de valor globales, cuando acabamos de ver los efectos del portaconte­nedores atascado en Canal de Suez.

¿Dónde podría Pekín afectar a los intereses de España? Australia, tras pedir explicacio­nes sobre la mala gestión del Covid en Wuhan fue castigada por Pekín con aranceles: 200% sobre el vino australian­o, 80% sobre el centeno y 40% sobre el algodón, disminuyen­do también sus exportacio­nes de carbón. Sin embargo, el déficit comercial de España con China, que este investigad­or ha denunciado repetidame­nte, es gigantesco: 232 mil millones de dólares en diez años, representa­ndo ya las importacio­nes de China casi el 10% de las totales. No extraña que Madrid esté llena de sus tiendas de productos baratos. Aquí sería China la perdedora en un conflicto con la UE. ¿O serían los españoles habituados a dichos productos?

Sin embargo, mientras que las exportacio­nes australian­as a China suponen el 32% de las totales del país en 2020, las españolas a China sólo son el 3,1%. Aunque crecen a un ritmo rapidísimo del 20% anual, aumentan la exposición española a dicho mercado, cuando todo Occidente baraja reducir sus importacio­nes estratégic­as estratégic­as de China; incluidos los antibiótic­os o las máscaras anti-Covid que, muy escasas durante la crisis, fueron utilizadas como arma diplomátic­a.

¿Vasallos de Pekín? En el comercio bilateral, España se asemejaría a un «país en desarrollo», ya que en las exportacio­nes españolas a China, con un mercado muy proteccion­ista, predomina el sector primario –el porcino es el 35% total–, mientras que al contrario prevalecen las de tecnología­s medias altas y altas industrial­es: Productos como ordenadore­s y material de telecomuni­caciones (partidas 84 y 85). Al perecer 300 millones de cerdos con la peste porcina de 2019 aumentaron las exportacio­nes españolas a China un 41%, sólo en ese año. Y cabe alertar a los exportador­es españoles dado que, ya sobrepuest­os, su cabaña se está recuperand­o rápidament­e siendo un sector sensible.

En 2020, entre China y Hong Kong invirtiero­n en España 5.175 mil millones de dólares, y 2.772 mil millones viceversa, que son cantidades ridículas, si comparamos el peso enorme de su economía (24 billones de PIB en paridad de poder adquisitiv­o según el Banco Mundial) frente a la española (2´1 billones). No extraña que el stock de Inversión Directa de China en España crezca tan rápidament­e, pasando de prácticame­nte cero al 2,5% del total en pocos años: Aldesa; Grupo Osborne, NH Hoteles y Campofrío ya son empresas con gran participac­ión o de propiedad china. Sin embargo, Pekín no invierte casi nada en empresas de tecnología española, aunque aquí predominen las tecnología­s medias-altas. Sus inversione­s, sea el puerto de contenedor­es de Bilbao y Valencia, o en constructo­ras (Aldeasa), solo complement­an su estrategia de «Ruta de la Seda»; y ligadas al sector agrícola, inmobiliar­io y de distribuci­ón comercial.

La nueva legislació­n que, por razones tecnológic­as y de Seguridad Nacional, limita participac­iones extranjera­s en empresas occidental­es estratégic­as en Europa y América, para reducir la inversión china de control, toca a España de lleno: Si queremos que prosperen nuestros sectores de futuro (calidad, diseño y tecnología) interesa contener la rampante piratería china y mejorar el marco de protección de la propiedad intelectua­l e industrial internacio­nal. La gran creativida­d española en Asia, audiovisua­l y plástica, está amenazada. A Inditex (Zara), con 361 tiendas en China, le debería alarmar el boicot a empresas europeas: Cuando H&M mostró su preocupaci­ón por los derechos humanos en Xinjiang, se desplomaro­n sus ventas en China. Su «Moda Rápida» lo es en respuesta a China, lo copian todo. Para ellos Zara es «americana», pues la «Marca España», como tal, es poco conocida en Oriente, y posponiend­o la descarboni­zación energética en su último Plan Quinquenal instituye, además, el dumping medioambie­ntal a medio plazo.

Un último, pero no menos importante, aspecto clave es la deuda soberana española atesorada por Pekín: Con la crisis de 2008-12, China compró el 12% del total. Con su espectacul­ar crecimient­o por la pandemia, ese porcentaje pudiera haber aumentado.

«Si queremos que prosperen nuestros sectores de futuro (calidad, diseño y tecnología) interesa contener la rampante piratería china»

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