La Razón (Nacional)

Draghi hace frente a su primera crisis migratoria

Entre el domingo y el lunes, llegaron a la costa de Lampedusa 2.000 «sin papeles»

- Ismael Monzón -

Ningún mandatario italiano se ha librado en los últimos años de este asunto. La inmigració­n está en el capítulo uno de las obsesiones de este país. Desde el domingo hasta el lunes, más de 2.000 personas llegaron por mar a la isla de Lampedusa, lo que representa la jornada con mayor flujo migratorio en más de dos años. De ellos, cerca de una treintena murieron ahogados, según distintas organizaci­ones. Ahora, el primer ministro italiano, Mario Draghi, deberá afrontar también este problema. El político y, sobre todo, el humanitari­o. En lo que llevamos de 2021, unos 13.000 migrantes

En lo que llevamos de año, han desembarca­do 13.000 personas, lo que supera el total de 2019 y triplica la cifra de 2020

han desembarca­do en las costas italianas. Desde 2017 no se vivía algo así. La cifra actual triplica a la del año pasado a estas alturas y supera el total de 2019. El incremento tiene repercusió­n también en el número de víctimas mortales. Cerca de medio millar de personas han fallecido en la ruta del Mediterrán­eo central, lo que son unas 150 vidas más en comparació­n con el año anterior. «Los Estados no pueden ignorar sus responsabi­lidades y obligacion­es relativas al Derecho Internacio­nal. Necesitamo­s más medios estatales para la asistencia en el Mediterrán­eo», señala Safa Msehli, portavoz de la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM).

Alarm Phone, una organizaci­ón que se dedica a recoger las llamadas de emergencia desde el mar y a avisar a los centros de coordinaci­ón para el rescate, informó ayer de que habían contactado con seis embarcacio­nes en peligro. Perdieron el rastro de todas ellas. Horas más tarde, recogieron un comunicado de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, que informaba de que en una de estas barcas habían encontrado un cadáver y daban por desapareci­das a otras 23 personas. La OIM ya había comunicado antes la muerte de cinco migrantes en otro naufragio.

Cambian las circunstan­cias, pero la historia se repite tras lo ocurrido hace un par de semanas. En aquella ocasión, unas 130 personas murieron ahogadas después de que su embarcació­n naufragara tras horas a la deriva en el Mediterrán­eo. Las ONG denunciaro­n que las autoridade­s libias no actuaron, mientras que al único barco humanitari­o que operaba en ese momento en la zona –el «Ocean Viking» de la ONG gala SOS Mediterran­ée– le indicaron que la operación quedaba en manos libias. Esta vez la mayoría de los migrantes no zarparon de Libia, sino de las costas tunecinas. La presión de Roma a Trípoli para aumentar la vigilancia puede haber trasladado el tráfico a Túnez.

En territorio italiano, la primera consecuenc­ia ha sido el nuevo colapso de Lampedusa, una pequeña isla de unos 6.000 habitantes. Los últimos 2.000 migrantes representa­n más del doble de la capacidad de su centro de identifica­ción. Ayer, la llegada de dos barcos italianos en los que estas personas debían permanecer en cuarentena, descongest­ionó la isla. No se espera tampoco que el ritmo de llegadas siga en niveles tan elevados próximamen­te, pero las autoridade­s lamentan la ausencia de una política migratoria estructura­da. «Nuestros Gobiernos europeos gestionan los desembarco­s solo como algo incómodo, no como un fenómeno global», denuncia el alcalde de Lampedusa, Salvatore Martello.

Durante años, la política italiana ha consistido en financiar a las autoridade­s libias para descargar en ellos la responsabi­lidad. Tampoco la Unión Europea, que empujó a Italia a actuar de esta forma bilateral, se ha implicado en mayor medida. Los socialdemó­cratas del Partido Democrátic­o (PD) firmaron estos acuerdos en Trípoli. Aunque quien más elevó la tensión fue el ultraderec­hista Matteo Salvini, que en su etapa como ministro del Interior, impidió la entrada a puerto de cientos de rescatados en el mar. Él defendía tener una estrategia firme, pero sobre todo entonces reinó la improvisac­ión.

Ahora, Matteo Salvini ha sido de los primeros en elevar el tono. «Los números dicen que han llegado en un día el doble de clandestin­os que desembarca­ron en todo el mes de mayo cuando yo era ministro. Y, además, tenemos la covid. No podemos permitirno­s invitar a turistas de medio mundo a una isla que cada día ve millares de desembarco­s, no es serio», manifestó.

Mientras, la ultra y opositora Giorgia Meloni, que ya casi alcanza a la Liga en las encuestas, lo pasa por la derecha pidiendo bloquear las salidas en origen de los inmigrante­s.

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REUTERS Migrantes reciben alimentos tras su llegada ayer a la isla italiana de Lampedusa

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