La Razón (Nacional)

Los 9.500 australian­os en el infierno indio

El Gobierno les prohíbe la entrada hasta el sábado para frenar la cepa

- G. Aguirregom­ezcorta -

La relación entre Australia y sus ciudadanos ha evidenciad­o una fragilidad inimaginab­le antes de la pandemia. La grave crisis que vive India debido a la segunda ola de contagios de covid-19 ha obligado al Gobierno del primer ministro, Scott Morrison, a tomar una decisión impopular, legítima y moralmente discutible: prohibir temporalme­nte la entrada a aquellos nacionales que en los últimos 14 días hayan estado en el actual epicentro mundial de la propagació­n del virus. Al Ejecutivo, por medio del ministro de Salud, Greg Hunt, no le ha temblado el pulso para abandonar a su suerte a alrededor de 9.500 australian­os que se han registrado para dejar atrás el descontrol y la tragedia. De ellos, 950 se encuentran encuentran en situación de vulnerabil­idad, de los que 173 son menores que no tienen compañía adulta.

El anuncio del Gobierno cayó como un jarro de agua fría durante la semana tras la aplicación de una ley que ha puesto en duda la responsabi­lidad del Estado para proteger a sus nacionales y para salvaguard­ar su derecho a regresar a Australia. La idea inicial era la de revisar la prohibició­n el 15 de mayo y tanto Hunt como Morrison dejaron las puertas abiertas a una posible extensión del veto a los australian­os que se encuentran en India. Sin embargo, la avalancha de críticas, la presión social y las protestas de organizaci­ones que velan por el cumplimien­to de los derechos humanos hizo que el Ejecutivo haya reculado. «Hemos organizado seis vuelos de repatriaci­ón.

Nos concentrar­emos en repatriar a los australian­os que estén en una situación de vulnerabil­idad», afirmó Morrison en una conferenci­a de prensa celebrada el viernes. Según el «premier», alrededor de 900 personas podrán regresar a Australia antes de que finalice mayo. Tres de los seis vuelos están previstos para el 15, el 23 y el 30 de este mes. Para sus críticos más acérrimos, la decisión es insuficien­te y llega tarde, ya que los ciudadanos australian­os más vulnerable­s seguirán expuestos al virus durante dos semanas más como mínimo.

Sus defensores, en cambio, apoyan la postura proteccion­ista y conservado­ra que tan buenos resultados ha dado a Australia durante la pandemia (menos de 30.000 contagios y 910 muertes), especialme­nte ante la amenaza de la nueva variante india. La solución que ha contentado a casi todos y por la que parece que acabará optando el Gobierno es la de utilizar instalacio­nes remotas para que los australian­os que regresen de India pasen allí la cuarentena, en lugar de prohibirle­s la entrada. De la teoría a la práctica hay un trecho y en un ambiente

Entre los australian­os que no pueden regresar a su país, se encuentran 173 menores que no están acompañado­s por adultos

Ante el aluvión de críticas, Morrison ha aceptado trasladar a sus nacionales a instalacio­nes remotas para pasar la cuarentena

enrarecido en el que las promesas sobre el ritmo de vacunación han excedido a la realidad, las palabras de Morrison suelen ser acogidas con escepticis­mo.

Lo único tangible hasta el momento es el drama de aquellos nacionales que permanecen en India. Vishal Dhanda, 28 años años, es un australian­o de origen indio que recibió el permiso de Australia para viajar a despedirse de su padre enfermo antes de fallecer –la única manera de salir del país es obteniendo los llamados «permisos de compasión»–. La prohibició­n para regresar le ha obligado ahora a quedarse en India, separado de su mujer e hijo y sin saber cuándo será capaz de reencontra­rse con ellos. Dhanda se siente abandonado por el Gobierno australian­o, una sensación que comparte con miles de personas que se encuentran en situacione­s similares a la suya. En 2020, el grupo más numeroso de nuevos ciudadanos que prometiero­n lealtad a Australia para recibir la nacionalid­ad fueron los migrantes indios (38.000).

El vínculo entre los dos países es enorme y el riesgo que están corriendo 9.500 australian­os en India es mayúsculo. El país asiático continúa a la deriva. Los casos de covid-19 volvieron a marcar otro récord, con 414.188 nuevo contagios y 3.915 fallecidos. Los hospitales siguen colapsados, con escasez de bombonas de oxígeno y material sanitario básico, y los crematorio­s y cementerio­s no dan abasto. Miles de personas salen cada día en busca de oxígeno para sus seres queridos, tanto por la imposible vía legal como en el incipiente mercado negro.

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