La Razón (Nacional)

Ojo, Casado, que al pato cojo lo puede curar hasta Tamara Falcó

- Jesús Amilibia

Muchos virólogos y médicos piensan que la euforia juvenil por el fin del estado de alarma, con botellones y fiestas nocturnas, puede originar la quinta ola. ¿O es ya la sexta? Solo la doctora Mónica García, que antes gritaba contra «el turismo de borrachera patrocinad­o por Ayuso», apoya ahora los macrobotel­lones pidiendo que no se criminalic­e a los jóvenes. Qué buena madre, cómo mima a sus cachorros. Tampoco la euforia del PP tras el 4-M presagia nada bueno, le grito al televisor: me parece que están descorchan­do el champán antes de embotellar el vino, como esos equipos que buscan ansiosos el segundo gol antes de meter el primero. Ha dicho Pablo Casado que «Sánchez es ya un pato cojo», o sea, un político que está en las últimas. Se olvida de que estamos ante un político-Lázaro: tiene el don de resucitar cuando todos creen que le han dado el tiro de gracia. Pablo ve al monclovita como un pato a la naranja o laqueado ya servido en su mesa, dispuesto para el festín. Incluso imagina que con una hermosa pluma de su cola puede empezar a rescribir la Historia de España. Y, además, aunque el pato se lesione, eso no quiere decir que cojo y todo no pueda seguir metiendo la pata. En todo caso, yo lo veo más bien como el pato Donald: siempre con una visión optimista de la vida y tumbado en una hamaca. Cuando lleguen los fondos europeos del Plan de Recuperaci­ón (si es que llegan) podría ser como otro pato famoso, el Tío Gilito, al que recuerdo revolcándo­se en montañas de monedas de oro. Tacaño y avaricioso, solo soltaba la pasta para invertir en algo que le pudiera generar grandes beneficios. También dice el líder del PP que Isabel Díaz Ayuso se ha «casadizado», pero lo cierto es que la moza sigue soltera y sin compromiso. Sería digno de Bollywood que al final se liara con José Luis Martínez-Almeida y que ambos, en plan tándem, aspiraran a la Moncloa. Imbatibles con el apoyo de «¡Hola!». Tamara Falcó ha contado que cuando sucede una desgracia, le gente acude a ella y le pide que rece. Ojo, Casado, que al pato cojo lo puede curar hasta Tamara: ella cree, bendita sea, que los animales tienen alma.

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