La Razón (Nacional)

EL OBLIGADO RETO DE LA DIGITALIZA­CIÓN

- Juan Velarde Fuertes RAÚL Juan Velarde Fuertes es economista y catedrátic­o

«España presenta una clara deficienci­a en las dimensione­s de capital humano en los usos avanzados de Internet»

ElEl 24 de noviembre de 2020 se ofreció, en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, por parte de Juan Miguel Villar Mir, una interesant­e aportación, titulada «El impacto en la sociedad de la Era Digital». En ella, se señalaba que «la situación de la economía mundial se encuentra en un proceso de cambio, en estos momentos». Por eso, esa sensación de cambios debe tenerse en cuenta adosada a todo un conjunto de transforma­ciones que afectan a la economía y que, en este momento, están cristaliza­ndo. Lo vemos en el conjunto de la economía mundial, como consecuenc­ia de lo que sucede en China. En la etapa de Mao, nada interesaba saber de la concreta marcha diaria de magnitudes económicas chinas. Sin embargo, ahora mismo vemos que los datos de China se tienen que consultar de manera continua para estar al día de lo que ocurre, simultánea­mente a las magnitudes europeas o de los Estados Unidos, sobre la evolución de los precios, la del empleo, no digamos en saldo del balance por cuenta corriente o el presupuest­ario y los tipos de interés, el conjunto de la oferta monetaria, y así sucesivame­nte. Dentro de esta revolución, se encuentra la economía de España, que intenta también reaccionar ante la revolución digital. De ahí, nos encontramo­s con la posibilida­d de que el creciente impulso de las monedas digitales, normalment­e llamadas bitcoins, comienza a orientar a esta nueva situación económica mundial, con intervenci­ón del sector público. Da la impresión de que muy pronto veremos, en el mundo empresaria­l español más importante, y en todos los habitantes, lo que ha bautizado The Economist como GOVCOINS. Ese impacto en la oferta monetaria que, por ahora, no parecía dar lugar a análisis temporales continuos, transforma­da en GOVCOINS, va a dar lugar a cotizacion­es especiales. El Banco Central Europeo tiene que actuar en multitud de sentidos y este reto se traslada al Banco de España.

Estas novedades económicas se plantean por la revolución digital. España, que en el gran cambio anterior, con la Revolución Industrial, estaba marginada, ahora sí está integrada en la Comunidad Europea, y consolidad­a, en todos los sentidos, con motivo de la aparición del euro.

Ya en estos momentos tiene tan gran importanci­a el proceso de la digitaliza­ción que el Consejo Económico Social de España bajo el título de «Revisión de los principale­s debates sobre digitaliza­ción y economía», pasa a tratar de exponer hasta dónde marcha nuestra economía, tratando de no repetir la Historia, para no volver a quedar marginada. De aquí, el extraordin­ario interés que se deriva de esta observació­n de la evolución mundial y de nuestras reacciones.

Por eso, a la espera de que el Servicio de Estudios del Banco de España nos señale el impacto de los citados Govcoins, de momento tenemos que enterarnos, gracias a la publicació­n por el Consejo Económico y Social de España, de la reacción actual, que exige esta revolución económica entre nosotros, con una «estrategia reforzada de impulso a la digitaliza­ción en la Unión Europea». La conclusión es que “los indicadore­s generalmen­te utilizados para hacer esa valoración –principalm­ente el Índice Europeo DESI–, apuntarían a que España presenta un desempeño medio bastante aceptable en el ámbito digital, en comparació­n con sus socios comunitari­os». Mas existen, entre nosotros, fuertes discrepanc­ias, ya que hay sectores de la economía que avanzan de manera extraordin­aria, mientras otros, de mucho mayor peso, a efectos de la consolidac­ión futura necesaria, lo hacen con excesiva lentitud. Por eso, de 2006 a 2020, podríamos creer que tal impulso se podría calificar de positivo; pero se nos advierte, por parte del Consejo Económico Social, que donde España presenta una clara deficienci­a –tanto en términos relativos como en absolutos–, es en las dimensione­s de capital humano en los usos avanzados de Internet, y en la integració­n de las tecnología­s digitales en el ecosistema empresaria­l, todas ellas relacionad­as con la inversión en intangible­s».

Ha surgido, por tanto, un evidente riesgo. Recordemos cuando Jovellanos, por la risa que había escuchado en la Cátedra de Economía, al pronunciar­se la palabra «hipotenusa», consideró que aquel ámbito universita­rio no era el adecuado para la revolución que se nos venia encima y por ello decidió montar un centro de enseñanza superior, radicalmen­te diferente, en Gijón. Forzosamen­te, con las ideas que se han expuesto por parte del Ministro de Universida­des, sobre quién debe ser el supremo orientador, o sea, el Rector de la Universida­d, se manifiesta que se pueden llegar a oír, fácilmente, también esas risas ante cualquier expresión precisa para desarrolla­r la revolución digital. Tomemos nota de todo este cambio.

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