Cuando los romanos vivían a la madrileña: sale a la luz una ciudad del siglo I
Después de encontrar restos de hace más de 25 siglos, los que han trabajado sobre el terreno de Carabanchel aseguran que puede cambiar la Historia
desde el siglo IV a. C., que le acercaría a características de núcleos como Tarragona y Mérida.
La pregunta es evidente ante la falta de más información, ¿por qué algo así no está investigado a fondo? Los vecinos lo achacan a la falta de interés de las instituciones en un barrio lejano a la almendra central, aunque Carlos Caballero prefiere tomar esto como algo positivo. «Cuando, a mediados del siglo XX, Carabanchel se adhiere a Madrid no era más que un pueblo a las afueras sin desarrollo, por lo que las necesidades eran otras como crear hospitales, colegios y otros servicios. Es probable que si esto hubiera surgido en el Barrio de Salamanca ahora estaría destruido». Se muestra optimista ante un espacio que, «con seguridad, puede cambiar la historia y la perspectiva de los romanos en Madrid y en todo el centro peninsular»; y ante la predisposición de las diferentes administraciones (los terrenos pertenecen al Ayuntamiento, a la Comunidad, al Estado, a la Iglesia y hasta a manos privadas) a llevar a cabo el proyecto: «Desde el Ministerio me han asegurado que van a estudiarlo porque son conscientes de la importancia». Y, por otro lado, LA RAZÓN ha acudido a la Comunidad para conocer su inclinación a declarar la zona BIC: «Una vez recibida la solicitud, desde la Dirección General de Patrimonio Cultural se analizará la documentación presentada para comprobar si el bien cultural reúne el interés histórico y los valores para iniciar un expediente de incoación de BIC». Una explicación en la que se puntualiza que «una parte muy significativa del bien delimitado en la solicitud ya se encuentra protegido como Yacimiento Arqueológico Documentado». Distintivo que, por otra parte, obliga a que cualquier actuación en el terreno debe ser autorizada por la citada Dirección General.
Se ha iniciado así un segundo envite por lograr la etiqueta de BIC que no se consiguió en 2005, cuando se intentó al destaparse el pastel en mitad de una obra pública que nunca se terminó por los restos (igual que en 2019 se paralizó la construcción de unos huertos urbanos). En paralelo a la excavación de aquella temporada en la villa romana de Carabanchel que aportó nuevas piezas, se presentó un informe que «nunca se tramitó y no sabemos por qué», añade Caballero. Aquella intervención dejó constancia de «estructuras adscritas a cronologías prerromanas (carpetanos), bajo imperial-visigoda y moderno-contemporáneas».
Ahora, las leyendas chelis en las que los vecinos conocen a alguien con una pieza romana expoliada (pero que pocos han visto), conviven con las hipótesis de conjugar cualquier proyecto urbanístico diseñado para la zona con la protección del pasado del barrio. «Todo puede convivir», asegura Dorado.