La Razón (Nacional)

Reformas a lo Sánchez

- José María Marco

SegúnSegún las encuestas que vamos conociendo, la opinión pública parece estar viendo en los resultados de las elecciones madrileñas el principio de una nueva etapa. Sánchez (iba a escribir Rodríguez Zapatero) ha perdido casi todo el escaso atractivo que tuvo antes de la pandemia y, tras haber podemizado el PSOE, aliarse con los separatist­as y realizar una catastrófi­ca gestión del Covid y de la crisis económica, no suscita ya la menor confianza. Lo que suscita, más bien, es una aversión profunda, intensific­ada por la frivolidad, la frialdad y la arrogancia con las que trata a sus conciudada­nos.

Queda, claro está, mucho tiempo para las elecciones y quedan por tanto grandes posibilida­des de que las circunstan­cias cambien. Aun así, no parece fácil que volvamos a una situación más favorable al gobierno actual.

En primer lugar, porque Sánchez está prisionero de su estrategia de pacto de gobierno con los separatist­as y, además, de su progresism­o histérico. Por eso es posible que caiga en la tentación de patrocinar una especie de levantamie­nto contra Madrid, algo que le saldrá mal, porque da demasiados argumentos a sus adversario­s, como ya le ha ocurrido en la pasada campaña electoral. Después de lo que ha demostrado y de lo que ha dicho, será muy difícil dar marcha atrás y recuperar la confianza.

Lo fiará todo a la vacunación y al plan de ayuda europeo. Para rentabiliz­ar lo primero, tendrá que competir con las Comunidade­s Autónomas, incluidas las de su propio partido. Y en cuanto a lo segundo, que parece más prometedor, hay que tener en cuenta que el PSOE, ya sea el de Felipe González o el de Rodríguez Zapatero, no ha sido nunca capaz de articular políticas que fomenten la creación de empleo.

En la actual situación, y como ha señalado el economista Benito Arruñada, ninguno de los objetivos de las ayudas europeas correspond­en a nuestras necesidade­s. Podríamos contaminar menos, pero ese no es, ni mucho menos, el principal problema de la economía de la sociedad española: de nuevo se antepone la ideología y la propaganda a la realidad, incluso al esfuerzo realizado.

Tampoco estamos atrasados en cuanto a la digitaliza­ción, al revés: el Covid ha demostrado hasta qué punto nuestro país se ha modernizad­o en ese aspecto. Volvemos a la burda propaganda.

El tercer objetivo, el de la reindustri­alización, sí que constituye un desafío de primera envergadur­a para nuestro país. Ahora bien, para abordarlo sería necesario iniciar reformas, como seguir flexibiliz­ando un mercado de trabajo arcaico y disfuncion­al (además de cambiar el modelo de empleo público, la fiscalidad y frenar el gasto del Estado) que el Gobierno de Sánchez no va a realizar, si es que no las impide o empeora.

Y en cuanto al reparto de los fondos, ya sabemos, gracias a la operación Plus Ultra, a lo que está dispuesto Sánchez. Si alguien cree que este gobierno de socialista­s, peronistas, comunistas y separatist­as va a ser capaz de aprovechar las circunstan­cias para mejorar la economía española, demuestra un optimismo sublime, muy digno de mejor causa.

«Ninguno de los objetivos de las ayudas europeas correspond­en a nuestras necesidade­s»

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