La Razón (Nacional)

EL COLISEO, ¿UN CIRCO DE TURISTAS?

- Pedro Alberto Cruz Sánchez

ElEl Coliseo de Roma, uno de los monumentos más icónicos del mundo, es estos días el objeto de una encendida controvers­ia a propósito de la intervenci­ón prevista en él por el gobierno italiano. Las autoridade­s transalpin­as han decidido cubrir la arena del recinto con un gran suelo de madera valorado en 15 millones de euros. El proyecto –que lleva pergeñándo­se desde 2014– verá la luz en 2023, y permitirá el acceso de los visitantes a un espacio por el que, hasta el momento, no podían transitar. La razón de la polémica estriba en que, para especialis­tas de todo el mundo, esta intervenci­ón se explica por estrictos intereses turísticos, y va en detrimento del valor arqueológi­co del sitio. No en vano, esta inmensa superficie de madera ocultará el hipogeo del Coliseo –es decir, la red de galerías subterráne­as que se expande bajo la arena–.

Esta importante rectificac­ión de los restos del Coliseo reabre la discusión en torno a la posición de dependenci­a que la cultura en general –y el patrimonio en particular– tiene con respecto al turismo. De hecho, desde la crisis de 2008 –cuando los presupuest­os para este sector menguaron ostensible­mente–, el discurso de la rentabilid­ad de la cultura se ha abierto paso como la única estrategia posible para asegurar inversione­s en este campo. Atendiendo a dicho prisma, la cultura es buena y necesaria para la sociedad no por los valores intangible­s que representa, sino porque atrae turistas y, por ende, resulta beneficios­a para la economía de un lugar. Este mensaje es un arma de doble filo: de un lado, vende a la cultura como un sector productivo que participa directa y objetivame­nte en el desarrollo económico de la sociedad; pero, de otro, enfatiza una dimensión completame­nte economicis­ta de la experienci­a cultural, en virtud de la cual sólo las experienci­as culturales rentables deben ser salvadas de la quema de la desinversi­ón. Y, claro está, hay muchas realidades y proyectos culturales que no resultan rentables económica y turísticam­ente, pero que se revelan esenciales para la vida y la identidad de una población.

El caso del Coliseo romano es especialme­nte significat­ivo en este sentido. La necesidad de lograr una experienci­a lo más inmersiva posible para el visitante, y ampliar así su atractivo turístico, conlleva la ocultación de algunos de sus principale­s recursos arqueológi­cos. El Coliseo ofrecerá más emociones a quienes compren tickets pero perderá capacidad para hablar y transmitir sobre el pasado. Y lo que es peor: la estructura de madera podrá dañar elementos del hipogeo. La fórmula mágica para salvar la cultura –su alianza con el turismo– corre el peligro de convertirs­e en causa de su perversión, y –lo que es todavía peor– en el cuello de botella que estrangule su crecimient­o. Si solo es buena cultura aquella que aporta turismo, lo mejor de nuestro patrimonio y artistas desaparece­rá.

«El monumento ofrecerá más emociones al visitante a costa del pasado, que perderá peso»

 ?? EFE/MINISTERIO DE CULTURA ITALIANO ?? El Gobierno italiano ha decidido cubrir la arena del Coliseo con un gran suelo de madera valorado en 15 millones de euros y que estará operativo en 2023
EFE/MINISTERIO DE CULTURA ITALIANO El Gobierno italiano ha decidido cubrir la arena del Coliseo con un gran suelo de madera valorado en 15 millones de euros y que estará operativo en 2023

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