Un campo de fútbol para acoger a los «menas»
El Ejército despliega tiendas de campaña para los menores, mientras la Policía bate las calles para expulsar al resto
La crispación entre los ceutíes aumenta ante los centenares de inmigrantes que continúan deambulando por la ciudad. Los parques se han convertido en «viviendas» improvisadas mientras los militares habilitan contra reloj el estadio José Benoliel, donde está previsto que hoy se instalen 200 «menas», de los 750 que llegaron a principios de esta semana.
Una calma tensa recorre las calles de Ceuta. Mientras que los efectivos militares ultimaban ayer la limpieza de las playas de El Tarajal, repletas de restos de comida, bolsas y prendas de ropa, en el centro de la ciudad se notaba cierta inquietud ante la posibilidad de que los jóvenes inmigrantes que cruzaron la frontera esta semana vayan a quedarse de manera indefinida en la ciudad.
A pesar de que durante la madrugada, varios furgones de la Policía recogieron a varios grupos de inmigrantes que dormían bajo puentes y en parques, para devolverlos a Marruecos, lo cierto es que todavía centenares de ellos recorrían diferentes puntos de la ciudad generando, en alguna ocasión, choques con los lugareños. A las puertas de una céntrica cafetería, «La Alhambra», un hombre portaba una enorme bandera patria que ondeaba al son del «Que viva España» de Escobar. Al ver a un grupo de marroquíes añadió a su banda sonora un «Fuera inmigrantes» inmigrantes» lo que provocó la reacción de los presentes y una discusión acalorada en la propia calle. Y es que hay muchos ceutíes que temen que esta situación se alargue «y al final nos acabemos quedando aquí con todos», cuenta Rosario, que regenta un pequeño supermercado. «Ahora, los inmigrantes, están en los parques y desperdigados por la cuidad. Pronto llegará el hambre y quienes tendremos que convivir con los problemas seremos nosotros», explica exaltada. Esta mujer de 44 años asegura que «no es racismo, tan pido que las autoridades no se olviden de nosotros cuando dejemos de aparecer en los medios y que pongan una solución a esta situación. ¿Qué van a hacer con los centenares de «menas»?», se pregunta.
Precisamente son los menores no acompañados los que ayer parecían haberse esfumado. En las naves del polígono de El Tarajal ya no quedaba ninguno y, donde inicialmente les trasladaron de madrugada, al albergue de Piniers, tan solo se veía a alguno de ellos acompañado por miembros de la Cruz Roja. De hecho, en este improvisado campamento, que linda con la cárcel de Ceuta y que estaba ayer completamente blindado, solo reinaba el silencio. Según pudo saber LA RAZÓN, las autoridades ceutíes ordenaron a primera hora instalar varias tiendas y carpas en el estadio de fútbol José Benoliel. «Las tareas han comenzado a primera hora de la mañana y esta noche estará todo terminado», explica un militar. Según lo previsto, hoy serán trasladados allí dos centenares de menores de forma provisional, ya que no por ley no están permitidas sus deportaciones a no ser que algún familiar los reclame. Por este motivo, el Gobierno ceutí ha habilitado un número de teléfono al cual pueden llamar para contactar con sus hijos y así poder agilizar su «devolución». De hecho, ya se han recibido varias llamadas de padres marroquíes que han denunciado la desaparición de los hijos, los cuales «han sido engañados para cruzar la frontera sin su permiso». Según los datos oficiales, entre las más de 8.000 personas que han atravesado el espigón de Ceuta había 750 menas.
Bolsas de comida por la ciudad
Y ante la incertidumbre sobre lo que ocurrirá con los numerosos jóvenes que siguen recorriendo sin rumbo las calles de la ciudad de Ceuta, ayer se encontró un segundo cadáver en el paso fronterizo. Aunque la Guardia Civil confirmó que se trataba de un joven todavía están esclareciendo
Los ceutíes protestan por la ocupación de los parques y vías publicas, mientras la Policía evacúa las zonas de madrugada
si se trata de uno de los que intentaron cruzar esta semana. «Me extraña que no hayan perdido la vida más porque muchos no saben nadar. Se tiran al agua y si alguien no acude a recogerlos se ahogan. La distancia es corta, pero eso da igual. Si no flotas, te hundes», dice José, un ceutí que ayer caminaba por las inmediaciones del puerto donde varios marroquíes se apostaban a las puertas de un supermercado a la espera de que alguna persona les entregara comida.
Y, aunque existe cierta crispación entre la población por la presencia masiva de inmigranets, lo cierto es que gran parte de los lugareños se han volcado en ayudarlos. Tanto es así que, en puntos estratégicos de la ciudad, depositan bolsas repletas de alimentos para que ellos los cojan. «Los españoles también hemos migrado en otras ocasiones y sabemos lo duro que es tener que huir de tu país. Algunos de los que han venido aquí lo habrán hecho engañados, pero la mayoría lo hacen en busca de una vida mejor y habrá que echar una mano, aunque nuestra ciudad, ahora, se haya convertido en un completo caos», sentencia José.