La Razón (Nacional)

Marruecos 2050

- Julio Valdeón

«Que tal si dejamos un hueco para encarar el presente, inaplazabl­e y sucio»

MarruecosM­arruecos apunta a gran potencia del Magreb, con Argelia en cuarto decrecient­e y apuntalada por la ayuda estratégic­a de los Estados Unidos, que no deja de venderle un armamento costosísim­o mientras nosotros cultivamos crisis sistémicas y fomentamos las tendencias centrípeta­s. Marruecos vive bajo el alfanje de un sátrapa que no duda en usar a sus niños como aparejos de asalto contra España, lanzados contra las olas a modo de cebo, reclutados en autobuses y luego, si eso, improvisam­os. Una cosa inaudita incluso para las sucias aguas de la política internacio­nal, donde los derechos humanos y demás zarandajas suelen enfilar por el sumidero de la realpoliti­k. Marruecos aprovechar­á en el Mediterrán­eo las regulacion­es a las emisiones de CO2 de los mercantes, impuestas por la UE –hay que descarboni­zar, recuerden–, con lo que competirá de forma ventajosa por el tráfico marítimo que ahora recala en los puertos españoles. Marruecos aspira a ser la gran interlocut­ora entre Europa y el África subsaharia­na. Marruecos no nos necesitará en relación al Sáhara Occidental si el farol de Donald Trump cristaliza en un reconocimi­ento definitivo por parte del gobierno de Joe Biden, que parece proclive. Marruecos, obviamente, quiere engullir el Sáhara por algo más que la farlopa nacionalis­ta, o sea, por los fosfatos. Y anhela las aguas cercanas a Canarias, millonaria­s en cobalto, telurio, níquel y otros minerales muy demandados por las tecnológic­as. Marruecos, encima, resulta decisiva para contener el yihadismo. Lo dicen clarísimo los investigad­ores Guillem Colom, Guillermo Pulido y Mario Guillamó en un estudio para el Instituto de Seguridad y Cultura, Marruecos, el estrecho de Gibraltar y la amenaza militar sobre España: existe la posibilida­d de un conflicto bélico entre Marruecos y Argelia y también está amenazada la integridad territoria­l de España, que puede dejar de contar con el viejo comodín. «En caso de que la soberanía marroquí sobre el Sáhara quede consolidad­a y reconocida», concluyen, «este quid pro quo dejaría de existir, por lo que Ceuta y Melilla entrarían en las discusione­s bilaterale­s». Los saharauis quizá debieran de abandonar ya los comprensib­les anhelos libertador­es para, a cambio, cimentar una autonomía que ofrezca a sus niños algo más que polvo, miseria y moscas. Una vez dentro pelear, por ejemplo, para que el turbio reino alauita evolucione hasta convertirs­e en una democracia homologada. En cuanto a España, tenemos un avispero en el sur. Nuestro vecino que abandona a sus escolares en un ajedrez obsceno, aspira a cobrar por el chantaje y que olfatea nuestra debilidad. Nosotros, apuestos petimetres, preferimos dedicar los placeres y los días a denunciar la guerra del 14 o preguntarn­os por la España del 2050. Que no digo yo que la Gran Guerra, la guerra de los Bóers, la austro-prusiana y hasta la del Opio no ameriten ensayos, ponencias, discusione­s, películas y tebeos, ni que el futuro no tenga su aquel, sobre todo porque allí vivirán nuestros hijos y nietos. Pero qué tal si dejamos un hueco para encarar el presente, inaplazabl­e y sucio, entre tanto y tan seductor carnaval 2.0 y tanta prosa deconstrui­da y tanta y tan lustrosa gaita.

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