Inútiles pastillas

Lo mejor

Sabe transmitir muy bien, casi sin palabras,los conflictos internos de estos dos hermanos

Lo peor

Quizá el final sea un tanto precipitado y deje las puertas tristemente demasiado abiertas

Dirección y guión: Borja de la Vega. Intérpretes: Bruna Cusí, Ricardo Gómez, Eneko Sagardoy, Joe Manjón. Fotografía: Álvaro Ruiz. España, 2020. Duración: 107 minutos. Drama.

En toda esta notable opera prima parece oírse el ruido de un tenso e insano conflicto interior, un ruido y un dolor pretérito que ninguno de sus principales protagonistas, Mía y Moi, dos jóvenes hermanos que acaban de perder a su madre, parecen capaces de expresar con palabras, de ahí que la rabia se apriete dentro de estos cuerpos que tan bien se conocen y que tanto, quizá demasiado, se aman. Moi, que está aún más perdido que ella y debe tomar pastillas de distintos colores para tener amarrados la depresión y el ansia, se reune con Moi en la enorme casa familiar situada en el campo, en mitad de algún sitio donde ni siquiera hay cobertura, para mal llevar el luto de la pérdida. Pero no están solos, Biel, el novio del chico, los acompaña. Y mientras alguien destroza las fotos familiares para que alguien desaparezca de las mismas como si nunca hubiera existido y una mujer intenta beberse a tragos cortos y fuertes una relación conflictiva, llega de manera imprevista el salvaje Mikel, pareja de Mía, y la tragedia va adquiriendo la voz que antes le faltó. La sombra de los malos tratos es alargada, y las historias ocuras, aunque juremos que nunca en la vida, porque eso vida no era, tienden a repetirse si las heridas siguen frescas e incluso todavía sangran. Como niños pequeños, como adultos inmaduros y en exceso dependientes, Moi y Mía se bañan desnudos en la playa y comienzan a entender que están, ya sí, definitivamente solos.