La Razón (Nacional)

Javier Adrados: «Eurovisión se gana echándole mucho más morro»

El autor acaba de presentar «Yo no gané Eurovisión», donde hace un repaso por los grandes artistas que no fueron reconocido­s

- Gerardo Granda-Madrid

La historia de Eurovisión es la historia de Europa. Desde 1961 en su primera edición han pasado por los escenarios de los diferentes países la forma de ver la vida, la moda, la política e incluso la economía de toda la sociedad europea de las últimas seis décadas. Pero la historia no sólo la escriben los ganadores, en el caso del festival musical más importante del mundo, los perdedores también han dejado un poso importante, e incluso ha sido el trampolín perfecto para sus carreras. Así lo radiografí­a «Yo no gané Eurovisión» (Libros Cúpula), escrito por Javier Adrados y Patricia Godes, y que detalla el alma puesta en cientos de canciones por artistas que no ganaron el certamen, salpicado con la historia del festival y entrevista­s con algunos de sus protagonis­tas.

«Todo surgió de una broma con mi editora. Estábamos celebrando el éxito de ‘‘Yo también leía Superpop’’. Y dije: ‘‘podíamos hacer otro pero dándole la vuelta: yo tampoco gané Eurovisión’’», explica

«Hablas con Soraya, Edurne, Ruth Lorenzo, Barei... y siempre le echan la culpa a alguien», matiza el autor

Javier Adrados a LA RAZÓN. Pero el libro lleva más informació­n de la idea inicial que tenía el escritor: «Quería centrarme en cinco o seis artistas que no habían ganado Eurovisión, y que habían hecho historia como Betty Missiego o Remedios Amaya, pero llegó la pandemia y después de un mes en shock, me puse con el libro y me propuse hablar con todas los artistas». Así que Adrados hizo todas las entrevista­s (Massiel, José Vélez, Betty Missiego, Remedios Amaya, entre muchos otros) y le pidió ayuda a Patricia Godes, para Javier, «la mejor periodista musical de este país», para que ella hiciera varios capítulos sobre los fenómenos sociocultu­rales de cada década.

Mirarse el ombligo

El libro habla sobre sorpresas y decepcione­s, y su autor matiza que «el festival es una muestra de la evolución de las costumbres aquí en Europa y creo que se tenía que mirar más todo lo que pasa esa noche, porque es una forma bonita de ver Europa, de cómo se van alcanzando muchas metas, incluso políticas. En cuanto a la decepción lo voy a llevar un poco más al terreno personal: cuando hablé con Remedios Amaya le confesé que entendía que estuviera decepciona­da porque me pareció algo muy feo lo que se hizo con ella». Incluso le encuentra paralelism­os con el acoso a Blas Cantó, del que «no encuentras ninguna crítica buena. ¿Cómo vamos a ganar si desde España no le apoyamos?». Tanto estudiar Eurovisión le preguntamo­s a Javier Adrados por la fórmula mágica para ganar: «No la tengo, pero hace falta, sobre todo, sorprender y transgredi­r. Me cuenta en el libro Mikel Herzog, que nos representó en 1998, que al llegar a la ciudad donde tenía que cantar antes de la prueba de sonido, estaba Dana Internacio­nal, y tuvo ninguna duda de que ella iba a ganar. Se gana echándole más morro, y encontrand­o mejores canciones». En este punto en el que habla de los temas interpreta­dos, hace un matiz: «Gente como Soraya, Edurne, Ruth Lorenzo, Barei..., fueron con la mejor de sus fuerzas. Pero es curioso porque hablas con ellas y echan la culpa a alguien siempre: que si TVE falla, que sí había pedido una luz y no la pusieron. Creo que tendrían que mirarse un poco el ombligo. Hay mucho divismo. Será que no lo he hecho tan bien».

Y haciendo honor al nombre del libro, su autor nos confirma que para no ganar Eurovisión, «hay que seguir como estamos, sin poner un empeño total. Creo que se tendrían que presentar algún artista consagrado como hacíamos antes para dar una buena lección». Debemos entender el festival como «una súper plataforma y un artista tiene que saber que le están viendo 200 millones de personas». Además reniega de favores entre países, porque «la canción ganadora es la que votan todos, no solamente los vecinos. En España tenemos que quitarnos de tanto prejuicio y complejo». Adrados señala varias injusticia­s, como la de Betty Missiego o «Lady, Lady» de Bravos, «la mejor canción que hemos mandado a Eurovisión». No perdamos la perspectiv­a, dice Adrados, de que «sigue siendo un concurso» y que «todo el mundo reniega pero todo el mundo lo ve».

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Conchita Bautista, primera participan­te española, no ganó ni en 1961 ni en 1965

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