«Acompañamos a jóvenes a abrirse a la fe pese a las dificultades»
Somos Leo, Lorena y Dani. Y sí, en esta familia de tres intentamos crecer juntos en la fe en el día a día. Nuestra vida está llena de pequeños detalles en los que descubrimos la presencia de Cristo y agradecemos profundamente cómo Él llena nuestro hogar. A Leo le apasiona la música. Cada mañana desayunamos mientras charlamos un poco y dejamos que la melodía de fondo anime el amanecer y nos vaya descubriendo una nueva oportunidad para dar gracias a Dios por el día que comienza. Salimos de casa Leo y yo [Dani] y, de camino al colegio, me reconforta santiguarme al pasar delante de la iglesia de San Francisco Javier. En su fachada hay una bonita cruz de forja con vitrales rojos y amarillos. Al principio, lo hacía casi furtivamente, pensaba que nadie me veía. Pero un día me sorprendió comprobar que Leo también lo hacía. Ahora lo hacemos los dos juntos y rezamos alguna oración mientras vamos caminando. El trabajo, desde luego, absorbe buena parte de nuestro día a día, pero aun así procuramos hacer un alto para poder hacer un rato de oración personal. Los dos tenemos el inmenso regalo de trabajar en dos lugares donde la capilla es el centro de la casa. Poder estar delante del Señor y dedicarle un tiempo reconforta la mañana. A veces estás cansado, o te desanima alguna circunstancia, y llegar al sagrario y contarle a Jesús lo sucedido reconforta el ánimo. Surgen en el corazón sus palabras: «¡No tengas miedo!» Para nosotros, el trabajo es una vocación. Poder acompañar a tantos niños y jóvenes en su crecimiento, descubrir sus capacidades, empujarlos en las dificultades, abrirlos a la fe como encuentro con Jesús… Algo que hacemos también con Leo, que siempre tiene una inmensa curiosidad por conocerlo todo.