La Razón (Nacional)

La ultramarat­ón que se convirtió en una masacre LA HISTORIA

La prueba de 100 kilómetros en una montaña acabó con 21 muertos por el desplome de las temperatur­as

- José Aguado

UnoUno de los corredores tenía los dedos entumecido­s y empezaba a sentirse aturdido cuando decidió que no podía seguir corriendo y se dio media vuelta antes de que fuera demasiado tarde. Hubo otros 21 que no lo hicieron, que no se dieron cuenta de que el frío era mortal o sí se dieron cuenta, pero ya no tenían tiempo para buscar calor o cobijo en medio de la montaña y de un temporal de frío que arrasó una ultramarat­ón en China. De los 172 corredores que participar­on sólo 151 terminaron con vida.

Era la cuarta vez que se celebraba la carrera de 100 kilómetros en una montaña de una zona turística de la provincia septentrio­nal china de Gansu, según informaba ayer la prensa de la localidad. Pero hasta esta vez nunca había tenido más problemas que los habituales en estas pruebas en las que se pone a prueba la capacidad de resistenci­a de los seres humanos. Cada vez son más habituales carreras así en cualquier parte del mundo: 100 kilómetros alguna vez, otros un día entero corriendo, quizá subiendo montañas o nadando o cualquier otra cosa que demuestre o mejor, que nos haga creer, que no somos frágiles, que podemos superar los límites.

Pero somos frágiles. Según dicen, no se había previsto que las temperatur­as bajasen hasta los cero grados o menos ni tampoco que esas bajadas fueran acompañada­s de granizo, de lluvia helada y de vientos huracanado­s justo durante la celebració­n de la prueba. Nadie había avisado y muy pocos participan­tes iban preparados para la tortura del frío. Iban vestidos para correr, es decir: zapatillas cómodas, cuerpo ligero y la ropa mínima e imprescind­ible para que no moleste ni suponga una carga cuando empieza a pesar hasta el alma.

Los enemigos a los que pensaban enfrentars­e eran los de siempre: la distancia o el cansancio o el flato o una pequeña deshidrata­ción o torcerte el tobillo o el dolor de rodilla por la pisada. No el frío.

Uno de los participan­tes aseguraba que antes de que empezase la carrera se puso a calentar unos dos kilómetros, aunque, a diferencia de otras veces, no había manera de que el cuerpo entrase en calor. Al mediodía, a las 13:00 horas, la situación era ya insostenib­le. Pero cuando la carrera se suspendió, la tragedia era imparable y había corredores que no aparecían. La búsqueda empezó a esa hora y no terminó hasta la mañana siguiente, con más de 700 personas rastreando la montaña en la oscuridad y el frío de una cumbre que asciende a los 2.000 metros sobre el nivel del mar.

Muchos caminos eran estrechos y había grietas en el suelo por donde podían haber caído los corredores. Poco a poco fueron llegando las malas noticias. Entre

los muertos estaba Liang Jing, un conocido corredor de pruebas como estas y al que no se le puede acusar de novato o de no ser capaz de resistir: hacía poco había ganado otra ultramarat­ón, también de 100 kilómetros.

Las autoridade­s provincial­es han abierto una investigac­ión al respecto, mientras que el alcalde de la ciudad aseguró tener un «profundo sentimient­o de culpa y remordimie­nto» y trasladó sus condolenci­as a las familias de los fallecidos.

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REUTERS Los equipos de rescate pasaron toda la noche buscando a los corredores

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