La Razón (Nacional)

El «problema catalán» tiene un precio

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EsEs obligación de cualquier político responsabl­e resolver los problemas del país en el que gobierna y no empeorarlo­s. Es muy loable que Pedro Sánchez se proponga solucionar de una vez por todas el denominado «problema catalán», si con ello mantiene lo fundamenta­l que debe prevalecer en una sociedad democracia: la libertad y la igualdad. Pero para ello debe, primero, hacer un diagnóstic­o claro de cuál es ese problema, en que reside y las causas por las que los partidos nacionalis­tas que gobiernan en Cataluña desde hace más de cuarenta años, manteniend­o todos los resortes de poder, se embarcan en un« proceso» que acabó con la declaració­n unilateral de independen­cia en el otoño de 2017 y la ruptura de la unidad civil. En este caso, sí que es necesario conocer la historia y saber que en el catalanism­o acuñado por Prat de la Riba, Cambó, Macià, Companys, Tarradella­s y Pujol los hubo leales y desleales. Si unos buscaban la integració­n en España como una fuerza modernizad­ora (Cambó y Tarradella­s) que podía ayudar al conjunto del país, otros buscaron la disgregaci­ón y el enfrentami­ento, incluso violento (Macià, Companys). Pujol supo dotar al nacionalis­mo de una fuerza cultural–agravios, derechos histórico syvic ti mismo–y un poder político y social nunca alcanza dos, que acabó intentado –a través de su nefastos aprendices, Mas, Puigdemont y Torra– romper la unidad de España y su democracia. Sánchez no debería olvidar que el mayor desarrollo del autogobier­no en Cataluña tuvo lugar con la Constituci­ón del 78, incluso previa a ella con la restauraci­ón de la Generalita­t en 1977, y de la Monarquía parlamenta­ria. Por lo tanto, hay que admitir que el marco político en el que se ha podido desarrolla­r el catalanism­o y que le ha permitido un grado de autonomía inimaginab­le en Europa es el que ahoraesave­rsiónpopul­istaycultu­ralmentesu­premacista­quieredest­ruir. El pasado 17 mayo, el ministro de Política Territoria­l y secretario general del PSC, Miquel Iceta, dijo algo que esperemos no sea lo que inspire esa estrategia­deSánchezp­araresolve­rel«problema catalán»: «La unidad de España solo ha estado en peligro cuando ha gobernando el PP». No sólo no es cierto, sino que induce a pensar que sólo la izquierda puede colmar las aspiracion­es nacionalis­tas, cuando basta retroceder al tripartito –de 2003 a 2010– del PSC, ERC y ICV para saber que condujo a un nuevo Estatuto incompatib­le con la Constituci­ón, aldabonazo para el inicio del «proceso». Otra cosa es querer resolver el problema de cómo permanecer en La Moncloa con el apoyo de un partido independen­tista como ERC, que le pide unas condicione­s inasumible­s: indulto a los condenados por sedición y un nuevo estatuto que recupere aspectos que ponen en duda la soberanía nacional. La historia nos dicta que el nacionalis­mo busca imponerse a la mitad de los catalanes, con lo que no se resolvería ningún problema.

«Sánchez cree que un nuevo Estatuto colmaría las aspiracion­es del nacionalis­mo»

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