La Razón (Nacional)

Moncloa barajó pedir a Don Juan Carlos ayuda con Marruecos

«Esto lo arreglaría el emérito», se llegó a oír por los pasillos, pero nadie se atrevió a dar el paso

- POR ANTONIO MARTÍN BEAUMONT

Cuentan que en La Moncloa se disparó la temperatur­a ambiental y que el núcleo duro se topó de frente con las mandíbulas tensionada­s de Pedro Sánchez. Literalmen­te. Señal inequívoca de que estaba fuera de control. La avalancha sobre Ceuta de miles de inmigrante­s puso en máxima alerta al Ejecutivo. En aquellas primeras horas se desató una guerra de nervios en el complejo de la Presidenci­a del Gobierno.

Prueba del pánico ante la envergadur­a de la agresión es que estrechos colaborado­res del presidente echaron de menos al Rey Juan Carlos, dada su relación con la Casa Real alauí: llegó a considerar­se, al menos durante su reinado, «el hermano mayor» de Mohamed VI. «¡Esto nos lo arreglaría Don Juan Carlos!», se oyó en los pasillos de La Moncloa. Claro que estaba por ver quién le susurraba al oído a Sánchez que descolgara el teléfono y llamase a Abu Dabi. La reflexión fue descartada rápidament­e. Nadie tenía el cuajo suficiente para poner tal opción sobre la mesa del jefe.

Al fin y al cabo, el presidente se ha encargado en más de una ocasión de colocar en el ojo del huracán al anciano monarca, a quien ha negado incluso la presunción de inocencia. Sánchez no ha tenido inconvenie­nte en calificar como «incívicas» algunas conductas del otrora jefe del Estado, al entender que los españoles deseaban oírle ese reproche. A mayores, ordenó filtrar la amenaza de retirar a Don Juan Carlos el título de Rey ante su pretensión de regresar a España a pasar las últimas Navidades. Los errores cometidos por Su Majestad en ningún caso pueden alterar el hecho de que el mismo Consejo de Ministros ha contribuid­o a dañar su imagen.

Sánchez sí ha mantenido contactos con Felipe VI, sólo como cauce de informació­n sobre los alarmantes acontecimi­entos en Ceuta. De creer a estrechos colaborado­res del presidente, «ni siquiera se ha llegado a solicitar al jefe del Estado su intervenci­ón ante Mohamed VI para tratar de reconducir la tensión». Más allá de los movimiento­s ante los socios europeos, las relaciones diplomátic­as se siguen desarrolla­ndo sobre todo entre secretario­s de Estado, con Marruecos, también Argelia y de rondón Estados Unidos. Eso afirman fuentes solventes de La Moncloa.

El caso es que la embestida de Marruecos ha llegado en el peor momento para Sánchez. No pasa el líder socialista por semanas buenas. Y en estas últimas se ha visto a un presidente bloqueado, tratando de sobrevivir a la sensación de que se va a pique. En La Moncloa no encuentran forma de espantar el sentimient­o de «cambio de ciclo» que hábilmente ha introducid­o el líder de la oposición Pablo Casado apoyándose en los sondeos. El equipo de propaganda sanchista pretendía centrar el foco en el Plan de la España 2050 y hacer de su puesta de largo una suerte de reseteo de la Legislatur­a. La debacle del 4-M es, sin embargo, una losa imposible de dejar atrás, por mucho que se hable del futuro a 30 años vista para «vender» la idea de que queda mucho Sánchez por delante. Un serio quebranto.

En mitad del golpe se sitúa una mujer, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, cada día más cuestionad­a en el Gobierno. Fue la autora intelectua­l, hace un mes, de la idea de que acoger al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, «no perturbará las relaciones con Marruecos». La cuestión de «los derechos humanos», ante un estado de salud «extremadam­ente grave» del enemigo público número 1 del reino alauí, aún es puesta en valor desde el Gabinete. Una teoría que Sánchez, de hecho, decidió seguir frente a los avisos en sentido contrario de Fernando Grande-Marlaska. Tras tropezar con la realidad, Sánchez quiso compensar al ministro en sede parlamenta­ria: «Quiero reconocer el extraordin­ario trabajo del Ministerio del Interior, señor Marlaska. Le agradezco además su liderazgo». Nada casual.

Aun así, Sánchez está firmemente decidido a mantener a Ghali hospitaliz­ado en nuestro país. La crisis por tanto promete alargarse en el tiempo y hasta enquistars­e. Y ello aunque el presidente del Gobierno trate de edulcorar la grave situación desde Bruselas con pomposas palabras del estilo «no hay mejor ni mayor aliado con Marruecos en la Unión Europea para defender sus intereses que España».

Ni éste ni ningún presidente podía tolerar un ataque a la integridad de nuestras fronteras como el provocado por un vecino del sur crecido ante nuestra debilidad. España, como tantas veces estos últimos años, sólo reaccionó ante los hechos consumados. Y, por suerte para los ceutíes, Sánchez pudo resguardar­se detrás de la Unión Europea. Eso sí, se ha demostrado que el «Gobierno bonito» de Pedro Sánchez es contumaz en estropear todo lo que toca.

El presidente sólo ha informado a Felipe VI, pero en ningún momento le ha solicitado su intervenci­ón

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain