CANTAR VICTORIA ANTES DE TIEMPO
LaLa pandemia ha sumido al mundo en una guerra global por la vida contra un enemigo que no vemos ni sentimos hasta que en demasiadas ocasiones ha rebasado nuestras defensas y nos ha herido en lo más profundo. Sabemos que es un adversario demoledor que no agitará la bandera blanca porque no entiende de rendición ni aun cuando está acorralado y sin salida. Sabe que esa circunstancia no se dará porque su adaptación al medio y la contingencia cualesquiera que sean es extraordinaria. En estos días de corrientes optimistas y urgencias desmedidas porque la vida doble la esquina del contagio y abrace la normalidad, conviene reparar en Taiwán, modelo ejemplar de buena gestión que, con 24 millones de habitantes, logró contener la primera ola de la infección tan rápido quelepermitióvivirconcasitotalnormalidaddurantemeses. Hoy, su imagen es la de los militares, con Epis, y las desinfecciones. La isla referente de la supremacía contra el covid se encuentra en nivel 3 de alerta, lo que implica el cierre de las salas de espectáculos, bibliotecas e instalaciones deportivas, el uso de la mascarilla y la prohibición de reuniones en grupos de más de cinco personas en las casas y de diez en el exterior. ¿Nos suena? Desde mediados de mes suman ya casi 4.000infectados,lamayoríaporcontagiolocal. Lascontiendas se ganan desde el conocimiento, la prudencia y el arsenal, sin infravalorar al bando contrario. En España se escucha hablar de inmunidad de rebaño y mínimas restricciones al amparo de ese milagro que son las vacunas. Pero el endiablado bicho de Wuhan, o de donde saliera, no nos dejará vivir en paz así como así. Mejor no cantemos victoria antes de tiempo. Taiwán es real.