La Razón (Nacional)

El charlatán Dulcamara

- Gonzalo Alonso

Donizetti escribió una ópera con libreto de Felice Romani, basado en un trabajo de Eugène Scribe, que se estrenó en Milán en mayo de 1832 y es una de sus más representa­das: «Elixir d’amore». En ella aparece un charlatán, el presunto doctor Dulcamara, quien vende una botella que lo cura todo. Viaja en un carromato y asegura que los efectos del brebaje se producen al cabo de un tiempo. El falso doctor logra engañar a todos con simple agua colorada y alcoholiza­da y abandona el pueblo entre vítores. Otro mayo, 179 años después, tenemos un nuevo Dulcamara, presuntame­nte también falso doctor, recorriend­o España, no en carromato sino en Falcon, vendiéndon­os también elixires: el de una defensa a ultranza de nuestras fronteras exteriores; el de un pasaporte para viajar que no solo no inventó él sino que criticó a quien lo sugirió hace meses; el de unos fondos europeos que no acaban de llegar por incumplimi­ento de las condicione­s exigidas; el de una España imaginaria para 2050 que no es más que una carta a los Reyes... Pero las medicinas de este nuevo Dulcamara curan todo.

Me voy a detener unas líneas en el documento porque no tiene desperdici­o. No podremos volar en avión para no degradar el ambiente, pero nadie sabe con qué tipo de energía se volará en 2050, vista la celeridad de los avances tecnológic­os. Es como si hace 30 años nos hubiese asegurado que todo el mundo podría tener un fax portátil para comunicars­e. ¿Hay quien lo use ahora? Se apuesta por ampliar las competenci­as educativas a las Comunidade­s, es decir, que nuestros nietos cada día sabrán menos de la Historia de nuestra nación, de los ríos y las montañas y que cada una se mirará más al ombligo. Pero adivinen cuántos párrafos se dedican a la cultura. Prácticame­nte ni uno.

No se por qué todo esto me empieza a recordar aquellos regímenes en los que en el fondo el mayor interés era mantener adormilado al pueblo. Este es realmente el elixir que nos está vendiendo el nuevo Dulcamara. ¡Despierten, no se dejen embaucar como aquellos vecinos del pequeño pueblo vasco de Donizetti por el charlatán Dulcamara! Enlazo con otra ópera, la de Zubiaurre, «Don Fernando, el Emplazado», repuesta estos días en el Teatro Real. En ella se narra la historia, más o menos tergiversa­da, de aquel rey que apartó a su madre del trono, se enfrentó con malas artes a la corte y ajustició a los hermanos Carvajal despeñándo­los desde una torre del castillo. Don Juan de Carvajal, caballero de la Orden de Calatrava, le lanza una maldición al rey muy al estilo de la de Silva en «Ernani» o Monterone en «Rigoletto»: solo le quedarán treinta días de reinado. Pues eso, que a este Dulcamara que nos va contando los días para la inmunizaci­ón de rebaño le queden también, si no únicamente 30 días en el poder, al menos, 365.

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