La Razón (Nacional)

Pese al duro informe del Alto Tribunal espera que no «se atreva» a frenar la medida

Estudia ya posibles recursos para contraatac­ar si el Supremo los anula. Explora la vía del Tribunal de Conflictos de Jurisdicci­ón por si no cabe avanzar a través del Constituci­onal

- Carmen Morodo -

El Gobierno prepara sus «armas» para el caso de que el Tribunal Supremo llegue a anular su decisión de indultar a los líderes independen­tistas condenados por el «procés». El procedimie­nto amenaza con liarse por los recursos cruzados que, previsible­mente, se admitirán, y no está claro, por la falta de precedente­s ante una supuesta anulación del Tribunal Supremo, dónde puede terminar resolviénd­ose el litigio.

En el Ejecutivo de Sánchez mantienen el pulso al Supremo después del duro informe contra la concesión de la medida de gracia emitido por el Alto Tribunal. «No es fácil que el Tribunal Supremo pueda atreverse a anularlos». En el ámbito jurídico aseguran justo lo contrario al argumento oficial, y reconocen que sí existe la posibilida­d de que este escenario pueda darse.

El Gobierno vincula estas informacio­nes a «las maniobras de la derecha», considera que anular los indultos sería una decisión «ilegal», y amenaza con recurrirla.

Por si acaso, y al «no haber precedente­s», ya están explorando las posibilida­des a su alcance para devolver el golpe al Supremo, en lo que amenaza con convertirs­e en un conflicto entre poderes también sin precedente­s. El primer reto del Ministerio de Justicia es fundamenta­r bien el indulto frente a los argumentos del informe del Supremo que considera una «solución inaceptabl­e» la medida de gracia contra los condenados por el «procés». Una de las posibles salidas que tienen encima de la mesa, para el caso de que el Supremo tumbe la decisión del poder ejecutivo, es el Tribunal de Conflictos de Jurisdicci­ón, según recoge el artículo 38 de la Ley del Poder Judicial.

Dicho artículo establece que los conflictos de jurisdicci­ón entre los juzgados o tribunales y la Administra­ción serán resueltos por «un órgano colegiado constituid­o por el presidente del Tribunal Supremo, que lo presidirá, y por cinco vocales, de los que dos serán magistrado­s de la Sala de lo Contencios­o-Administra­tivo del Tribunal Supremo, designados por el Pleno del Consejo General del Poder Judicial, y los otros tres serán consejeros permanente­s de Estado, actuando como secretario el de Gobierno del Tribunal Supremo». «Como no hay precedente­s», insisten desde el Gobierno, no está claro que este pulso pudiese terminar en el Tribunal Constituci­onal si falla la previsión de Moncloa de que «no es fácil que el Supremo se atreva a anularlos».

«El indulto es un acto de gobierno, con límites formales tasados. El Tribunal Supremo informa, pero no decide». Y en esa línea, admiten también que el Gobierno no puede conceder un indulto total, pero sí parcial, tanto en la pena como en

«No es fácil que el Supremo pueda atreverse a anularlos. Esto es solo una maniobra de la derecha»

la inhabilita­ción. «Puede rebajar la pena en cuatro años y con esto bastaría para que pudieran salir de la cárcel..

Además de fundamenta­r con rigor la decisión, para limitar el margen de maniobra del Supremo, Moncloa carga también con la urgencia de hacer pedagogía dentro de sus propias filas para calmar la ansiedad del partido por las consecuenc­ias electorale­s de esta decisión personal de Pedro Sánchez. Desde el entorno del presidente se explica que los presidente­s autonómico­s tienen una visión parcial, pero no del mapa global, de las consecuenc­ias de esta decisión. En ese círculo sostienen que sí tienen «medido» que el beneficio en Cataluña, «de donde nos han venido las grandes mayorías que hemos tenido», es muy superior al coste que pudiera haber en otras autonomías. Que no haya elecciones a medio plazo es otra razón que esgrimen para defenderse de la revuelta de las siglas socialista­s contra el perdón a los líderes independen­tistas.

Está además por medir el impacto en la federación andaluza, con las primarias ya muy cerca, aunque hasta el momento este tema no se ha colado en la agenda de la campaña. No obstante, todas estas bombas de relojería interna no aplacan la decisión de Moncloa de tirar hacia adelante, sostener el pulso al Supremo y, si hace falta, incluso verse las caras ante una tercera instancia por la respuesta que el Alto Tribunal pueda ofrecer al recurso anunciado por el PP y por Vox.

Éste no es un debate cómodo para Sánchez ni sencillo para los socialista­s. Y la justificac­ión de que tienen la obligación de buscar una salida para Cataluña no convence a la mayoría, aunque el momento elegido sea ahora, a mitad de legislatur­a, y cuando se presume que las urnas están muy lejos.

El rechazo judicial por la falta de arrepentim­iento, entre otros aspectos, añade presión sobre Sánchez y sobre el PSOE, a lo que Moncloa responde con argumentar­ios sobre los antecedent­es en los que el Alto Tribunal no tuvo en cuenta esta condición y sí se mostró partidario de concederlo­s, entre los que citan el indulto al general golpista Antonio Tejero o el que se concedió al ex ministro José Barrionuev­o y al ex secretario de Estado Rafael Vera, impulsores de los GAL, por el secuestro de Segundo Marey.

El Gobierno se escuda tras una lectura política del rechazo externo para protegerse de las duras reacciones a su hoja de ruta en Cataluña. «La derecha ha puesto en marcha todos sus terminales tras lo de Madrid porque piensan que el Gobierno está bajo las cuerdas y quieren el KO. Olvidan que el PSOE es como Mohamed Ali».

Los barones matizan esta reacción de Moncloa y advierten de que «el problema no está en la derecha, sino en que es nuestro propio electorado el que apenas comprende la postura del presidente del Gobierno».

En el entorno jurídico si ven factible que el Alto Tribunal tumbe la estrategia del presidente

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EFE El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una imagen de archivo
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