«TIEMPO HABRÁ PARA COGER LAS BOCINAS Y LOS MICRÓFONOS ELECTORALES»
Juanma Moreno Presidente de la Junta de Andalucía
E n política todo es interpretable, aunque no tanto explicable, al menos de forma convincente para el pueblo soberano, al que se rinde cuentas. En Andalucía, Vox ha decidido dar un paso al lado de la mayoría que sostiene y garantiza garantiza la estabilidad del gobierno de la Junta. El movimiento zascandil es en realidad una patada en las espinillas del presidente Juanma Moreno. Para que aprenda, pensarán. El partido de Santiago Abascal, clave en la alternancia que esa comunidad de la corrupción y el escombro políticos de la izquierda pedía a gritos, se ha desentendido por un quítame allá unos menas derivados de la invasión de Ceuta. La primera consecuencia es que, efectivamente, los números sin Vox no cuadran y que, sí, sin sus votos parece inevitable que los proyectos del cambio que requiere la región se escurran por el sumidero de la miopía partidaria. La segunda llegó al pasar de las palabras a los hechos, de la amenaza al suceso, en este caso que la nueva ley del suelo estratégica para el desarrollo y la prosperidad de los andaluces recibiera silente sepultura en el Parlamento autonómico por las paletadas de tierra de una cuadrilla del arte formada por Adelante, PSOE y Vox, porque de facto su abstención a la enmienda comunista se consagró como un «no» en toda regla. La tercera le inquiere por completo al que era la tercera pata del gobierno andaluz, aunque como elemento exógeno de la alianza, como es la obligación de explicar a los ciudadanos sin morralla dialéctica porque una buena norma, sin duda de interés general, se frustró puede que para siempre por la suma de sus votos a los de la izquierda. El cortoplacismo, el tacticismo, las luces cortas son siempre distintivos de una política menor, ajena a la gente. Como recordó el presidente Juanma Moreno, falta año y medio para las elecciones y «tiempo habrá para coger las bocinas y los micrófonos electorales». Vox tiene legitimidad para fijar su rumbo, pero no el derecho a dar la espalda al proyecto apoyado por la mayoría de los andaluces. Es un error de los que se pagan.