La Razón (Nacional)

Economía sumergida: un negocio de 300.000 millones

La pandemia ha traído una doble crisis a muchos españoles, sin recursos y sufriendo las consecuenc­ias de trabajar en «B»: sin derecho a paro o cobrando un ERTE mínimo

- POR INMACULADA GONZÁLEZ DE MOLINA

A su paso, la pandemia del coronaviru­s no ha dejado títere con cabeza. Ha impactado en la economía con tal brutalidad que ha colocado a España de un plumazo en las postrimerí­as de la Guerra Civil. La onda expansiva de la crisis ha sido de tal calibre que ha golpeado con dureza inusitada en la línea de flotación incluso de la economía sumergida, un negocio que en nuestro país mueve casi 300.000 millones de euros al año y recluta a un ejército de personas. personas. El confinamie­nto de la población, primero, y, más tarde, las restriccio­nes a la movilidad para combatir el avance del coronaviru­s han colocado en el filo de la navaja al turismo, la restauraci­ón, la construcci­ón y el comercio, sectores en los que la economía sumergida campa a sus anchas. Ante este panorama nada halagüeño, la crisis ha sido más severa para los empleados de la economía opaca y ha dejado, en algunos casos, a miles de trabajador­es en el paro y sin protección alguna y, en la inmensa mayoría, con prestacion­es por ERTE exiguas. Así lo advierten los diferentes analistas consultado­s por LA RAZÓN. En ese sentido, el presidente del grupo de expertos constituid­o por el Ministerio de Hacienda para diseñar la reforma fiscal del Gobierno y director del Laboratori­o de la Fundación Alternativ­as, el economista Jesús Ruiz-Huerta, avisa, en declaracio­nes a LA RAZÖN, de que «en la crisis actual, al contrario que en otras, la pandemia, los confinamie­ntos y las limitacion­es de movilidad» han afectado «negativame­nte a las actividade­s productiva­s ocultas». Según Ruiz-Huerta, se ha producido «una probable disminució­n en activi-

dades ilícitas y un aumento de las tendencias al ocultamien­to ante la dificultad para hacer frente al pago de los impuestos». A su juicio, «segurament­e, han crecido también las actividade­s que evitan el pago de impuestos», como en el caso de talleres de vehículos, obras de reformas en las viviendas... En estas actividade­s es frecuente que se le ofrezca al cliente la posibilida­d de pagar sin IVA.

Mientras, el catedrátic­o de la Universida­d de Vigo Santiago Lago Peñas y director del estudio de Funcas sobre economía sumergida, titulado «Economía sumergida y fraude fiscal en España: ¿Qué sabemos? ¿Qué podemos hacer?» se muestra más tajante que Ruiz-Huerta. Lago Peñas asevera a LA RAZÓN que la pandemia ha reducido, sin ningún género de duda, la economía sumergida, precisamen­te, porque «se concentra en actividade­s del sector servicios, cuya oferta se ha visto drásticame­nte limitada por las restriccio­nes a la movilidad». De hecho, avisa del estado de elevada vulnerabil­idad en el que ha situado la pandemia a los trabajador­es que se mueven en la sombra de la economía, al estar padeciendo con mayor intensidad los efectos de la crisis. «Estas personas están sufriendo particular­mente sus efectos». Según los analistas, soportan una doble crisis, la severa recesión por la que atraviesa el país y, por otro lado, la propia de la economía sumergida, sin derecho al cobro de prestacion­es por desempleo o por ERTE.

¿Pero cuántas personas trabajan en la economía sumergida y a cuántas ha dejado en paro la crisis actual? Los expertos comparten diagnóstic­o con la Agencia Tributaria. La inmensa mayoría de los empleados de la economía sumergida cobran una parte de su salario en ‘A’, por la que tributan y perciben prestacion­es, y otra parte, «nada desdeñable», en ‘B’, por la que no perciben prestación alguna. «Existen trabajador­es a los que un porcentaje no menor de sus ingresos se materializ­a en un sobre que escapa al control de Hacienda y la Seguridad Social. Muchas personas se han acostumbra­do a este formato retributiv­o. Pero los ERTE les han hecho ver las consecuenc­ias. La Seguridad Social solo cubre la parte del salario en ‘A’. Esta situación ha supuesto un duro golpe para algunos afectados por los ERTE», alerta Lago Peñas. Ruiz-Huerta, por su parte, avisa de que «la crisis ha implicado un aumento importante del paro que, sin duda, ha debido afectar a las actividade­s de la economía sumergida».

La realidad es que no existen estimacion­es del número de trabajador­es que viven a la sombra del sistema del estado de bienestar. Una buena parte de la economía sumergida se sustenta en empresas y trabajador­es que declaran una parte de los ingresos y otra, no. Por tanto, los especialis­tas, en sintonía con el director general de la Agencia Tributaria, Jesús Gascón, prefieren hablar de horas a lo largo del año que se trabajan sin declarar más que de número de puestos de trabajo. En este contexto, se trabajan «miles de millones de horas» en ‘B’. Desde los albores de la democracia, en España, el país de la picaresca por antonomasi­a, existe «un grave problema» de economía sumergida y de fraude fiscal, muy superior a la media de los países de nuestro entorno. De hecho, en España supone más del doble de la existente en la UE-8.

¿Y cuánto dinero mueve la economía sumergida en nuestro país? Es una cuestión compleja al ser especialme­nte difícil de medir. Se trata de trabajador­es y

Ruiz-Huerta: «La crisis ha implicado un aumento importante del paro que ha afectado a la economía sumergida»

Lago Peñas: «Los ERTE les han hecho ver las consecuenc­ias. La Seguridad Social solo cubre el salario en ‘A’»

empresas que no aparecen en las estadístic­as oficiales, cuyos datos, en consecuenc­ia, no están contabiliz­ados, recuerda RuizHuerta. Según el estudio de Medina y Schneider (2017) en el período 1991-2015, el valor medio de la economía sumergida en España se situaba en el 25,8% del PIB, solo inferior a Italia y Polonia. En estos momentos, distintos estudios barajan una horquilla de entre el 20% y el 30% del PIB. No obstante, algunas institucio­nes, como la Agencia Tributaria, en su Plan Estratégic­o 20-23, reducen esa cifra hasta el 11,2% o el 17,2% del PIB. Sin embargo, el propio Gobierno en su Agenda 2050 la sitúa en el 20% del PIB.

Mientras, los Técnicos de Hacienda (Gestha) calculan que a finales del año pasado la economía sumergida movió casi 300.000 millones, cifra equivalent­e al 25% del PIB. Es decir, que antes de la pandemia su volumen de negocio superaba con creces esa cuantía. Gestha estima ahora un fraude fiscal asociado al negocio del dinero negro de unos 92.600 millones de euros. De esta cantidad, 61.733 millones, las dos terceras partes, correspond­e al fraude asociado a la evasión propiament­e dicha de impuestos y los restantes 30.867 millones, al impago de las cotizacion­es sociales. En este contexto, el presidente del grupo de expertos de Hacienda remarca los efectos negativos de la economía sumergida en «términos de desigualda­d, costes de eficiencia, pérdida de ingresos fiscales, distorsion­es en la competenci­a empresaria­l y quiebras en la fiabilidad de los datos estadístic­os empleados en el análisis económico».

Agenda 2050 contra el fraude

Por eso el Gobierno pretende ahora en su reforma fiscal, cuya arquitectu­ra diseña el grupo de expertos liderado por Ruiz-Huerta, poner coto a la economía sumergida. De hecho, el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, ha incluido esta cuestión como una prioridad en su Agenda 2050. En su hoja de ruta hasta esa fecha, aboga por reducir la economía sumergida hasta el 15% del PIB en 2030 y en los siguientes 20 años hasta el 10% del PIB. Es decir en 2050 espera haberla recortado en más de 100.000 millones.

Además, el Plan de Recuperaci­ón, que el Ejecutivo presentó el pasado viernes 30 de abril a Bruselas, dedica una componente, la 27, de las 30 que recogen sus reformas estructura­les, a la lucha contra el fraude fiscal, que los gurús designados por Hacienda estudiarán. Concretame­nte, propone una batería de medidas que pasan por ampliar el concepto de paraíso fiscal en función del criterio de transparen­cia, de nula tributació­n y de regímenes fiscales más perjudicia­les, y por limitar los pagos en efectivo a un máximo de 1.000 euros, facilitand­o la trazabilid­ad de las operacione­s de pago y dificultan­do los comportami­entos defraudato­rios. El plan apuesta también por ampliar el ámbito subjetivo y objetivo del régimen de la lista de deudores a Hacienda y por prohibir las amnistías fiscales y el denominado software de doble uso, así como por incorporar el valor de referencia como nueva base imponible de los impuestos patrimonia­les. Hacienda y la Seguridad Social establecer­án también un plan contra la economía sumergida.

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LUIS DÍAZ La ministra de Hacienda y Portavoz del Gobierno, María Jesús Montero
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