«El manuscrito encontrado en Zaragoza», del terror gótico al suicidio de Potocki
Es una de las narraciones más alucinantes de la literatura europea que aglutina multitud de seres mágicos y sucede en España
van Worden es un oficial de la Guardia Valona que atraviesa Sierra Morena en dirección a Madrid, donde entrará como capitán al servicio de Felipe V. En su camino hacia la capital, en torno a 1715, se topará con todo tipo de personajes asombrosos: místicos, brujos, ladrones, pícaros e iluminados. Estructurada como un diario de viajes en el que Alfonso cuenta sus aventuras, la narración de «El manuscrito encontrado en Zaragoza» se va volviendo laberíntica y mágica por los caminos de España. Alquimistas, astrólogos y cabalistas, poseídos, demonios, bandidos, gitanos y anacoretas confunden al militar o tratan de inocularle sus turbios conocimientos. Todos los personajes son un reflejo del vasto saber de Jan Potocki, un conde polaco cultísimo, un hombre viajado con una vida en sí misma novelesca.
Princesas moras, servidores de la Inquisición, amantes lésbicas y bandoleros van surgiendo en la acción junto a disertaciones filosóficas o esotéricas e incluso paradojas matemáticas, ya que casi todas las situaciones en apariencia sobrenaturales a las que se enfrenta Von Worden terminan por encontrar una explicación racional, como era preceptivo para su autor, un hombre de ciencia y estudios.
La primera edición de esta hisAlfonso toria, que ha sido comparada por su estructura con «Los cuentos de Canterbury» o «El Decamerón» y «Las mil y una noches», se publicó en francés en San Petesburgo en 1804 y la segunda en París en 1813 con el título «Avadoró, historia española». Avadoró es el jefe de los gitanosque aparece en varios de los episodios.
Plagios y manuscritos
La novela, un clásico de la literatura gótica, no encontró la fama merecida y cayó en el olvido. Escritores como Gerard de Nerval y Washington Irving se aprovecharon de la escasa atención e incluso plagiaron algunos cuentos de Potocki. No fue hasta 1958 cuando una edición de Gallimard, muy parcial, a partir de una publicada en polaco por un académico devolvió el interés por la narración y diversas investigaciones trataron de encontrar el manuscrito original, del que, se creía, solo habían sido impresas cien copias. El polaco Wojciech J. Has llevó la primera parte de la historia al cine en 1965. En España, Alianza y Minotauro publicaron dos ediciones en los años 70 a partir de la francesa, de unas 300 páginas, pero otras posteriores de Valdemar y Pre-Textos alcanzaban las 1.000 cuartillas. En 2009, Acantilado publicó una notablemente diferente a las existentes a partir de un manuscrito recientemente descubierto.
Todo el interés que despertó la obra tanto tiempo después le habría encantado a Potocki, quien, aquejado de una enfermedad que le causaba un dolor incesante y decepcionado con la derrota napoleónica, trabajó en su novela hasta que, en 1815, se disparó en la sien con una bala que él mismo había fabricado a partir de una cuchara de plata. Limó la pieza hasta que encajó en su pistola y se quitó la vida con ella.