De la gloria al olvido
Un «candidato a nada» que quiere estar en «todos los frentes». Así recibe su regreso a París la Prensa francesa
Un «candidato a nada» que quiere estar en «todos los frentes». Así definía esta semana «Le Parisien» a Manuel Valls tras interrogar a varios politólogos en un ejercicio de arrojar luz sobre las verdaderas intenciones de Valls en su vuelta al ruedo galo tras anunciar que deja su puesto de concejal en Barcelona. El ex primer ministro regresa a Francia dos años y medio después de trasladarse a su ciudad natal, donde intentó sin éxito conquistar la alcaldía y rehizo su vida junto a la empresaria Susana Gallardo. Al mudarse a Barcelona, la idea de volver a la política francesa parecía remota. Sobre todo porque Valls pasó de la gloria al olvido en muy poco espacio de tiempo. De flamante primer ministro de Hollande a perder las primarias del partido socialista para las presidenciales, con índices de impopularidad notables y con unas más que conocidas malas relaciones con la estrella ascendente en aquel momento, el que acabaría siendo nuevo presidente, Emmanuel Macron. A ello se añadía la crisis de su matrimonio con la violinista Anne Gravoin. Valls puso tierra de por medio e hizo de la lucha contra el independentismo catalán su nueva bandera dejando atrás su seña de identidad política durante años en Francia: una férrea defensa de la laicidad y un combate sin respiro contra la radicalización de signo yihadista. Valls pasa ahora página de su etapa en la política catalana pero su regreso a París está rodeado de más incógnitas que certezas. Dudas a las que la prensa gala intenta dar respuesta. También lo hace la mayoría macronista, que mira a Valls con desconfianza.
Parece claro que Valls quiere jugar un papel decisivo en las presidenciales de 2022 pero nadie sabe a ciencia cierta cuál. Volver a las filas de Macron o a las del partido socialista son opciones que pasan por complicadas reconciliaciones obstaculizadas por recelos en ambos casos. Lanzarse en solitario parece una gesta aún más complicada y fuera de cualquier opción más o menos centrista, los extremos de derecha e izquierda cultivan una especial animadversión hacia Valls. Con el tablero así, ¿volver a dónde? «No tengo plan. No soy candidato a nada. Dejémonos llevar por la vida y los acontecimientos», decía Valls en una entrevista en el diario regional «La Montagne». Pocos le creen pero casi nadie sabe trazar una lectura de largo alcance de sus últimos movimientos, que se van incrementando poco a poco con el paso de los días: desde firmar una tribuna a favor de Israel contra Hamás por su reciente conflicto hasta apoyar a los policías en las últimas manifestaciones que han celebrado.
«Vuelve encarnando ese socialismo liberal apoyado en un compromiso muy ortodoxo en los valores republicanos. El mismo Manuel Valls que fue primer ministro y que su paso por Barcelona no ha cambiado», dice el politólogo Pascal Perrineau en «Le Parisien». Coinciden otros expertos en una idea troncal: Valls vuelve huérfano de familia política pero manteniendo unas ideas en una agenda que le beneficia. Pocos dudan en Francia en que la cuestión de la seguridad, el antisemitismo, el islamismo político y el concepto de laicidad serán esenciales en el debate de ideas de cara a 2022. Y Valls en ello mantiene una coherencia sostenida en años de combate. Un capital en ideas que puede capitalizar en una agenda que puede favorecerle para, de alguna forma, influir, pero ¿será decivisvo?.