La Razón (Nacional)

Sanidad y credibilid­ad

- Vicente Vallés

HaceHace un par de meses, el mensaje del Ministerio de Sanidad era claro: la vacuna de AstraZenec­a es segura y efectiva, los casos de trombosis que se han detectado son mínimos, la autoridad sanitaria europea (EMA) y la OMS coinciden con ese diagnóstic­o y, por tanto, AstraZenec­a es parte fundamenta­l de la estrategia de vacunación. Pasadas unas semanas, y sin que ni la EMA ni la OMS hubieran cambiado su criterio, el Ministerio de Sanidad decidió congelar la administra­ción de la segunda dosis de la vacuna a quienes recibieron la primera de AstraZenec­a. Y, después, se nos anunció la nueva recomendac­ión: esa segunda dosis será de Pfizer y si alguien insiste en ponerse la de AstraZenec­a deberá firmar un consentimi­ento informado.

La nueva instrucció­n entró en vigor el pasado lunes en algunas comunidade­s autónomas y de inmediato se vio que las colas para ponerse la segunda vacuna de AstraZenec­a eran enormes, mientras que muy pocos pedían que su segunda dosis fuera de Pfizer. Sanidad entró en pánico y el jueves reunió a un grupo de periodista­s sin cámaras ni micrófonos para filtrar que la culpa de lo que ocurría era de determinad­os gobiernos autonómico­s y que habían muerto cuatro personas debido a trombosis después de vacunarse con AstraZenec­a. Al día siguiente, seguía habiendo largas colas para inocularse la segunda dosis de AstraZenec­a.

Si alguna enseñanza se puede extraer de este episodio es el escaso crédito que parece tener el Ministerio de Sanidad después de catorce meses de pandemia. Estamos ante un problema muy complejo y resulta más fácil equivocars­e que acertar. Pero no todas las administra­ciones han sufrido el mismo desgaste en su capacidad de convencer a los ciudadanos. Cuando Sanidad recomienda una vacuna y una comunidad autónoma recomienda otra, si la gente opta de forma casi unánime por la otra, eso es un síntoma evidente de quién genera más confianza.

Los cambios de criterio iniciales sobre el uso de las mascarilla­s –primero dijeron que era perjudicia­l utilizarla­s y, luego, que eran imprescind­ibles frente al virus–, el maquillaje de las cifras de fallecidos en la primera ola, los anuncios prematuros de que «ya hemos vencido al virus» el pasado verano o los argumentos contradict­orios para decretar o levantar los estados de alarma terminan por tener consecuenc­ias en la fe de los ciudadanos. Y, ante una calamidad sanitaria como la que sufrimos, es determinan­te que la población confíe en quienes toman las decisiones.Quizá sea un poco tarde para recuperar la credibilid­ad perdida –o nunca adquirida–, pero es necesario seguir en el intento. La coherencia en la adopción de medidas y la comunicaci­ón clara y comprensib­le de las instruccio­nes son condicione­s imprescind­ibles cuando se trata de que la población, en pleno, tenga claro lo que hacer y lo haga. Y si se considera que una medida concreta hay que imponerla, el Gobierno tendrá que asumir la responsabi­lidad y deberá decretarla como de obligado cumplimien­to. Si Sanidad estima que es peligroso administra­r la segunda dosis de AstraZenec­a a determinad­os colectivo, ordénelo así, sin filtracion­es para atemorizar ni esconderse detrás de las autonomías. Es un asunto muy serio.

«Es determinan­te que la población confíe en quienes toman las decisiones»

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain