La Razón (Nacional)

Cuento sobre los indultos

- Carmen Morodo

S i la política fuera política que piensa en resolver problemas, y no en ganar elecciones, el debate sobre los indultos a los líderes independen­tistas se abría abierto con una reunión del más alto nivel entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, en la medida en que es una decisión que compromete al Estado. En esa entrevista los dos habrían debatido sobre los efectos, consecuenc­ias y límites de la medida de gracia. Si este debate fuera de solucionar problemas, presidente del Gobierno y líder de la oposición habrían comparecid­o después juntos para informar de la decisión, a favor o en contra, y explicar los fundamento­s de la razón política.

Si los indultos fueran razón de Estado el presidente del Gobierno habría entendido también en campaña electoral que eran una posibilida­d que había que valorar para conseguir avanzar en la convivenci­a y en la resolución del problema catalán, y habría hecho pedagogía de esta medida, en la que ahora cree, aunpolític­a que tuviera que examinarse ante las urnas. Y el líder de la oposición, entendiend­o que se quiere lo mejor para España y para una Cataluña integrada en España, es también posible que no se hubiera dejado llevar a una concentrac­ión en Colón que puede ser el marco legítimo para que se muestre la desafecció­n de una parte mayoritari­a de la ciudadanía con una decisión que no comparten, pero que no es el mejor ámbito para que un partido de gobierno haga pensando en el interés general y no en el interés de parte.

Así y todo, estamos ante un nuevo lío, que puede no ser determinan­te en el resultado de las próximas elecciones generales, salvo que se fueran a celebrar mañana, pero que los aparatos de los partidos están gestionand­o sobre la base de sus propios cálculos electorale­s. Imaginemos ese país en el que sus principale­s políticos ejerciesen su liderazgo con sentido de Estado, asumiendo las consecuenc­ias de sus decisiones y asumiendo también el desgaste de las mismas si consideran que son buenas para el interés general y no para ellos. En esa España, Pedro Sánchez y Pablo Casado podían hasta haber acordado unos indultos individual­izados, limitados y con condicione­s, y ajustados a un pacto público por el que se advertía al independen­tismo que si rompía la lealtad y legalidad obligadas, habría otro 155. Pero esta vez de verdad, no de farol, como con el Gobierno de Rajoy.

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